Valencia
Antonio Ozores: la risa congelada
Imposible no cerrar los ojos y recordarle con su verborrea surrealista. La muerte del actor dejó ayer al mundo de la comedia sin uno de sus nombres de referencia. Desaparece un gran artista
Tenía altura, física y de la otra, la que de verdad cuenta. Era un hombre grande, en el amplio sentido de la palabra, a quien le salieron los dientes encima del escenario y que murió con las botas puestas. No se cansaba de repetir que en el oficio, en la pantalla o sobre las tablas, siempre necesitarían a un bebé o a un anciano para un papel. Él sabía que ya estaba al final, pero no abandonó nunca. «El último que apague la luz», con su hija Emma, que aún se puede ver en el teatro Arlequín, fue, también, su última interpretación. Antonio Ozores, que había nacido en Burjassot (Valencia) el 24 de agosto de 1928, era miembro de un clan de cómicos, nada menos que cinco generaciones a la espalda: hijo de los actores Mariano Ozores y Luisa Puchol, hermano del ya desaparecido José Luis y de Mariano (director de cine), tío de Adriana y padre de Emma.
Lenguaje endiabladoPoseía un humor surrealista, heredado de los grandes del teatro del absurdo que le hacía dueño de un lenguaje endiablado, sincopado, de un código cuyas claves sólo conocía Antonio Ozores (y que él se lleva a lo más alto) y que quizá le contagió Edgar Neville, con quien trabajó en 1951 en «El último caballo». Fue a los ocho años cuando dijo su primera frase pisando las tablas de un escenario. Se la había aprendido muy bien y le gustaba el oficio de actor. Después vendrían más de 160 películas y dos centenares de obras de teatro, junto con series de televisión y programas de radio. La comedia le sentaba como un guante, incluso cuando no estaba en el guión, arrancaba la risa. Eran tiempos en los que se rodaba con rapidez y en los que había que levantarse al alba. De ahí que en sus memorias escribiera que se había apartado del cine en los últimos años, porque después de tanto tiempo madrugando le apetecía quedarse en la cama hasta las once, las doce o la una. Ocho años después de su debut trabajó en «Quince bajo la lona», «Tenemos dieciocho años», «Los tramposos», «Los económicamente débiles» y «Salto mortal». Su rostro ya era conocido, se había hecho popular, aunque sería en los sesenta cuando disfrutó de su mejor década con títulos como «La pandilla de los once» (1961), «Su alteza la niña» (1962), «Alegre juventud» (1963), «Hoy como ayer» (1965), «Las hijas de Elena» (1966), «El tesoro del capitán tornado» y «Operación Mata-Hari» (ambas de 1967), «El turismo es un gran invento» y «Susana», de 1968. Fueron sus mejores años, en los que enlazaba un título con otro. Quizá el ritmo extenuante le llevó a alejarse momentáneamente de la pantalla y volver los ojos a donde todo empezó para don Antonio, el teatro: 1982 fue el año de su regreso al cine y en el que nacería una de sus colaboraciones más fructíferas con Fernando Esteso y Andrés Pajares, con quienes rodó «El hijo del cura y «Agítese antes de usarla», entre otros títulos. La dirección también le tentó y firmó «Tres patas para un banco» (1983), aunque lo que le brindó aún más popularidad, si cabe, de la que tenía, fue su colaboración a mediados de los 80 en el programa «Un dos tres», dirigido por Narciso Ibañez Serrador.
Rabal, Rodero...En 1986 alternó la revista y el teatro en «A por todas» y «Ya somos europeos», respectivamente, para regresar en los noventa al cine con «El disparate nacional», de su hermano Mariano, quien le dirigió en numerosas ocasiones. Sabedor de que pertenecía a una generación irrepetible que se extinguía poco a poco, comentó tiempo atrás que, «como Paco Rabal, Fernando Fernán Gómez, Rodero... no hay hoy equivalentes. He trabajado muchísimo y quedamos pocos, porque todos se han muerto. Me dan homenajes porque no estoy más que yo. Me da igual cómo vaya a ser recordado. Como no voy a estar, que piensen lo que quieran», dijo con ese humor tan Ozores. La pérdida sorprendió también a la clase política, que quiso sumarse a las condolencias. «Deja un vacío difícil de llenar y desaparece uno de los principales exponentes de la comedia, miembro de una saga que perdura en la memoria», declaró la ministra de Cultura. Mientras que para Mariano Rajoy, se marcha «uno de los grandes genios del humor español, irrepetible e inimitable. Su muerte constituye una gran pérdida para la cultura». La presidenta de la Comunidad de Madrid declaró que «era capaz de arrancar una sonrisa con su particular forma de hablar».El actor será incinerado hoy después de la celebración de una misa funeral en el Tanatorio de la Paz de Alcobendas.
Suecas y otras películas imprescindibles- «La Hermana San Sulpicio», Luis Lucía (1952).- «Esa pareja feliz», Juan Antonio Bardem (1953). - «Al fin solos», José María Elorrieta (1955). - «Trampa para Catalina», Pedro Lazaga (1961). - «Operación cabaretera», Mariano Ozores (1967). - «Operación Mata Hari», M. Ozores (1968). - «Si Fulano fuese Mengano», M. Ozores (1971) . - «Los bingueros», M. Ozores (1978). - «Yo hice a Roque III», M. Ozores (1980). - «El liguero mágico», M. Ozores (1980). - «¡Que vienen los socialistas!», M. Ozores (1982) - «Los Autonómicos», de José María Gutiérrez Santos (1982) - «Los caraduros», de Antonio Ozores (1983). - «¡Qué tía la C.I.A.!», M. Ozores (1985) - «Los presuntos», M. Ozores (1986). - «¡No, hija, no!», M. Ozores (1987). - «Esto es un atraco», M. Ozores (1987). - «Disparate nacional», M. Ozores (1990). - «Jet Marbella Set», M. Ozores (1991) .
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