Europa

F. C. Barcelona

Lujo en San Siro

Milan y Barcelona dedicaron a Tito Vilanova un partido con mayúsculas. No hubo camisetas de apoyo al segundo entrenador del Barça, recién operado, la UEFA no lo permite. Mejor brindarle el espectáculo que se vivió ayer en San Siro y que además sirvió para que el equipo español asegure la clasificación para octavos como primero, lo que le permitirá disputar la vuelta en casa.

El Barça celebró ayer sus tres goles
El Barça celebró ayer sus tres goleslarazon

Con gente como Xavi o Messi el espectáculo está asegurado, pero si el encuentro salió así de bueno fue en parte porque el Milan cambió de cara respecto a la del Camp Nou. Allí se dedicó a defender y a rezar, y sus plegarias fueron escuchadas con un gol en el primer minuto y otro prácticamente en el último. Empató, pero esa no era imagen para el segundo equipo con más copas de Europa conquistadas. Ayer demostró que es peor que el Barcelona, pero que le queda el orgullo. Ante su público se abrió y salió a por su rival. Tuvo el balón los cuatro primeros minutos. Sorpresa, pero sólo fue hasta que el equipo español entró en calor. Si valiente fue el Milan, más todavía lo fue Guardiola, aunque al técnico azulgrana se le presupone. Dice que siempre sale a ganar y siempre sale a ganar. Y para ganar esta vez apostó por tres defensas (Mascherano, Puyol y Abidal). Piqué se quedó en el banquillo. El riesgo de jugar tan desprotegido propició el gol del empate del Milan, la pequeña venganza de Ibrahimovic a pase del eterno Seedorf.

El Barça había dado antes. Tenía superioridad en el medio y Fàbregas siempre recibía solo para asociarse con Messi. Por ahí llegó el 0-1. Leo abrió la pelota a Abidal, que centró al área para que Van Bommel la metiera en su portería. Cada equipo buscó la meta contraria a su estilo. De forma más fina el Barcelona, con el dominio de Xavi, los detalles de lujo de Thiago o las diabluras de Messi. El Milan, de forma algo más tosca, buscando más el contragolpe (fantásticos Puyol y Mascherano en los cortes) o los balones largos a Ibrahimovic, que los ganaba todos por alto. El sueco al lado de Mascherano eran como un gigante y un liliputiense.

Robinho falló un gol «cantado» y Messi le imitó después lanzando el balón al larguero. Las cartas estaban sobre la mesa, aunque en general el Barça era un poquito superior. Podía maniobrar por dentro con cierta comodidad y eso es un suicidio con los pasadores que tienen los azulgranas. La combinación entre Xavi y Messi terminó con el «6» en el suelo tras un leve empujón de Aquilani. Penalti discutible que Messi tuvo que marcar a la segunda. A la primera hizo una paradiña ilegal y vio la amarilla.
Pero el Milan demostró ser un equipo de raza. No bajó el nivel ni la presión y la segunda parte deparó un escenario similar. Superior el Barça, bravo el Milan. Y con calidad, como el taconazo que se inventó Boateng para lograr el empate a dos. Era la vuelta a empezar para el Barcelona, un equipo que tampoco rehuye el cara a cara.
Insistió en su idea y como se podía mover más o menos bien por el medio el peligro era latente. Xavi dio una exhibición y cambió los papeles con Messi. En el tercer tanto azulgrana. El argentino recibió, se giró y enfrente sólo había rivales. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... y entre todos ellos, un amigo y un pequeño hueco para conectar con él. Por ahí fue la pelota y Xavi resolvió como lo hubiera hecho Leo. Después, el «6» intentó incluso una juagada individual de regates que casi se convierte en el gol de la noche.

Villa también lo tuvo en sus botas hasta que Alexis entró en su lugar. Pato fue la apuesta de Allegri por un desdibujado Robinho. Comandado por Seedorf, el Milan lo intentó hasta el final, con arreones de orgullo más que de fútbol que siempre encontraron respuesta en el toque del Barça. Al conjunto «rossonero» no le da con eso. Necesita algo más para poder batir al campeón de Europa. 

 

El saludo entre «Ibra» y Messi
No hay constancia gráfica del saludo entre Ibrahimovic y Guardiola, su filósofo preferido; sí lo hay, en cambio, del de «Ibra» y Messi en los prolegómenos del partido. El sueco miró al argentino; el argentino no alzó la mirada. Se dice que el larguirucho y peculiar jugador del Milan tuvo celos de la «Pulga» cuando estuvo en el Barça.