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La «furia antinuclear» de Merkel irrita a sus socios europeos

Angela Merkel cede. La pérdida de votos que ha sufrido su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), en pro de los partidos antinucleares en los últimos comicios regionales, han llevado a la canciller alemana a dar un giro radical a su política energética, hasta ahora pronuclear. El Gobierno alemán confirmó ayer que cerrará todos los reactores del país de aquí a 2022. 

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En Francia, el país más nuclearizado de Europa, el anuncio no tuvo un efecto dominó ya que portavoces del Gobierno aseguraron que el anuncio de Merkel «no hará cambiar nuestras políticas», informa Álvaro del Río. Por su parte, Anne Lauvergeon, presidenta de la nuclear Areva, compañía emblemática en ese país, calificó la decisión de «totalmente política». Otros países, con Suecia en primer lugar, también se mostraron contrarios a la decisión alemana. En España, el Gobierno sólo cerrará Garoña en 2013 y deja la puerta abierta a que se prolongue la vida útil de las siete restantes, según consta en la Ley de Economía Sostenible.
La coalición que dirige la canciller federal, junto a los socialcristianos bávaros (CSU) y los liberales (FDP), ya ha comunicado el calendario del «apagón nuclear», el cierre de sus 17 centrales. Los ocho reactores, cuya clausura provisional se anunció tras la catástrofe de la central japonesa de Fukushima, no volverán a conectarse a la red. Además, otras seis centrales cerrarán sus puertas en 2021 y las tres más modernas lo harán en 2022, contempladas como «reserva de seguridad», por si existieran deficiencias en el suministro.

No obstante, la Comisión Ética, que elaboró un informe sobre las nucleares alemanas a petición de la CDU, señala que el proceso podría acelerarse si se logra reducir el consumo eléctrico y se avanza en la apuesta por las renovables. Merkel es consciente de que el debate sobre la energía nuclear caló fuerte en la ciudadanía alemana tras el desastre de Fukushima, cuando más de 200.000 personas se manifestaron en contra de la producción de energía nuclear en Alemania. Por eso, ahora se retracta de la ley que aprobó en otoño y que prolongaba la vida de las centrales atómicas hasta 2036 y habla, tras anunciar el «apagón», del «inicio de una nueva arquitectura energética». En definitiva, un intento de frenar el avance de la oposición, Los Verdes. El nuevo plan energético alemán se centrará ahora en la reducción, en un 10%, de su consumo energético de aquí a 2020 y en duplicar la producción de energías renovables. No obstante, el Gobierno alemán no eximirá a las eléctricas del pago del nuevo impuesto para barras de combustible nuclear que, de hecho, financia la construcción de centrales de energía renovable y reporta al Estado ingresos de 2.300 millones anuales. En este sentido, los cálculos de la CDU apuntan que la transición le supondrá un coste al Estado de 40.000 millones. La industria alemana ha advertido de lo catastrófico del cierre de los reactores: la energía nuclear es el 23% de toda la que se consume. La consecuencia doméstica se traduce en que el consumidor alemán cargará con un alza del 6% en la factura energética.