Nueva York
Obama admite que la libertad le enfrenta con Pekín
Hu Jintao reconoce en la Casa Blanca que China «tiene que hacer más en derechos humanos»
Los problemas con la traducción chinoestadounidense robaron ayer el espectáculo en la rueda de prensa de la sala este de la Casa Blanca entre los presidentes Barack Obama y Hu Jintao. Una comparecencia que empezó con cierta tensión. El momento más incómodo ocurrió cuando el mandatario chino no respondió a una pregunta del reportero de Associated Press sobre cómo es posible que EE UU y China deseen comprometerse a tener estrechas relaciones ante su distancia en materia de derechos humanos.
Entonces Obama admitió que «los estadounidenses pensamos que ciertos derechos deben ser universales: libertad de discurso, libertad de religión y libertad de reunión. Las diferencias sobre derechos humanos son una fuente de tensión entre nuestros dos gobiernos. Pero eso no puede evitar que cooperemos [en otros asuntos]». Y Hu ofreció la callada por respuesta.
Ante la insistencia de otro periodista de Bloomberg, el presidente chino, visiblemente molesto se justificó: «Todo ha sido por la traducción. No pensaba que la respuesta iba para mí. Pero contestaré ahora. En derechos humanos, tenemos que hacer más. Hay desacuerdos en esta materia entre nuestros países. Y deseamos encontrar un terreno común de acuerdo con Estados Unidos», admitió Hu Jintao.
Más tarde, un periodista asiático, antes de hacer su pregunta arrancó las sonrisas de los asistentes, incluso la de su presidente, cuando pidió al traductor que tuviese cuidado con su cuestión debido a todos los malentendidos anteriores. En la tradición china, el protocolo es fundamental. Obama recibió por la mañana a su homólogo asiático con una gran ceremonia, que incluyó pífanos coloniales, banda de tambores y saludo con 21 salvas.
Toda esta pompa protocolaria destacó con la retórica empleada por la Administración Obama utilizada en el último año para referirse a sus relaciones con China en materia de comercio, política monetaria y derechos humanos. En sus palabras de bienvenida Obama, premio Nobel de la Paz, hizo una alusión velada al disidente chino Liu Xiaobo. «China y EE UU tienen en su mano el éxito del otro. También sabemos que la historia muestra que las sociedades son armoniosas, las naciones tienen más éxito y el mundo es más justo cuando se defienden los derechos y las responsabilidades de las naciones y la gente, incluyendo los derechos universales de cada ser humano», indicó Obama en una velada alusión al preso político chino, Liu Xiabo. Al Nobel de la Paz 2010, Pekín ni siquiera le permitió acudir a la ceremonia de entrega de galardones el pasado mes de diciembre en Oslo.
La relajación apareció durante los anuncios económicos. La Casa Blanca confirmó que China comprará 200 aviones Boeing en un acuerdo de 19.000 millones de dólares, el principal dentro de un paquete de negocios de exportación de 45.000 millones. «Queremos venderos de todo», reconoció durante la rueda de prensa el presidente norteamericano entre risas. También se citó un acuerdo de redes ferroviarias para General Electric, otro con el que Cummins Engine producirá autobuses híbridos y otro entre Honeywell y Haier. Y confirmó que generarán más de 235.000 en doce estados diferentes.
Después de la rueda de prensa se celebró un almuerzo en el Departamento de Estado y la intensa jornada terminó con la cena de Estado. Hoy el presidente chino se encontrará en el Capitolio con los congresistas, que han presionado a Obama para que se esfuerce en conseguir que Pekín aprecie su moneda. El presidente consideró que el yuan «todavía está por debajo de su valor».
Diferencias con el viaje de 2006
Esta vez, a diferencia de la visita que el presidente Hu realizó a Estados Unidos en 2006, ha sido recibido con todos los honores. Un trato de favor que no consiguió cuando entonces la Casa Blanca estaba ocupada por el republicano George W. Bush. Ni siquiera Washington y Pekín consiguieron ponerse de acuerdo en el nombre que debía recibir el encuentro entre ambos mandatarios. El Gobierno de Hu consideró que era una «visita de Estado». Pero, la Administración Bush matizó que era una «visita oficial». También tuvo que aceptar con diplomacia los errores protocolarios de los republicanos cuando anunció a la República de China, nombre completo de Taiwán, en vez de a la República Popular de China.
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