La crispación al cajón

En momentos de crisis, la crispación no suele ser buena consejera. Y lo que reina en la política española es crispación, mucha crispación. El Partido Popular está en su derecho de pedir elecciones anticipadas pero no pueden sus señorías ser los protagonistas de algaradas de taberna en el Senado como la de ayer. Ahora es hora de la política, no de bochornosos espectáculos que lo único que consiguen es dejar perplejos a los ciudadanos. Si el PP quiere elecciones anticipadas debe utilizar los mecanismos democráticos que nuestra Constitución pone a su servicio. Por ejemplo, la moción de censura, que no es lo mismo que la censura a gritos en el hemiciclo. En este sentido, el partido de Rajoy debería intentar establecer alianzas con otros grupos para intentar dar una estocada al Ejecutivo, al tiempo que debería huir de griteríos que mancillan las instituciones y le desacreditan ante un buen número de ciudadanos. El Gobierno seguramente no está a la altura de lo que piden los ciudadanos y se merece una crítica dura, y quizás descarnada. Mano dura pero respetuosa con las instituciones porque hasta una nueva convocatoria electoral, Zapatero es el presidente constitucional elegido por la mayoría de los españoles. Es el que puede convocarlas, so pena que lo exija el Congreso. Las encuestas no le son propicias porque la situación es de emergencia y su actuación es manifiestamente mejorable, pero es la misma emergencia que tienen todos los países europeos. El prestigioso «Washington Post». decía hace unos días que Europa tiene un problema que no es ni Grecia, ni Portugal, ni Irlanda, ni tan siquiera España, el problema es Alemania. Por eso, ante todo, mucha calma, y política. La crispación, al cajón.