Ministerio de Justicia

Carlos Dívar el Campeador por José Clemente

La Razón
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Como si se tratara de una más de las «Leyendas de Cardeña» en las que se recogen las victorias de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, narrativas épicas fielmente trasladadas aunque mucho más tarde en las «Crónicas Cardeñenses» y, posteriormente, a las «Crónicas Alfonsíes», el hasta ahora presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, cuyo apellido rima con Vivar, ha ganado una importante batalla a sus enemigos después de «muerto» y a lomos de su caballo. Dívar ha logrado con su dimisión adelantada que la pelota del debate público fuera a caer sobre el tejado de sus detractores y, todo ello, como el Cid Campeador, sin pestañear ni mover un sólo dedo, después de «muerto». Resultaba vergonzoso que todo un señor como él gastara en plena crisis económica y con la que está cayendo la friolera de 28.000 euros del erario en asuntos privados y viajes suntuosos, tan vergonzoso como que el resto de vocales del CGPJ, entre ellos sus propios verdugos, gastaran cantidades similares a las de Dívar en los mismos menesteres.

Si el presidente del máximo órgano de la judicatura se veía obligado a dejar el cargo e irse a su casa por la puerta de atrás como un apestado, exactamente lo mismo deberían hacer el resto de vocales, que, incluso, habrían incurrido en un mayor desaforo al tratarse de cargos inferiores al de Carlos Dívar. Para apagar el incendio forestal provocado en el Consejo, algunos de los vocales que le apuñalaron en los últimos 50 días de infumable cacería a la persona y al cargo, han filtrado que estudiarán en la próxima reunión del CGPJ la posibilidad de hacer públicas las cuentas de todos ellos, para evitar que alguien se les anticipe acudiendo a un Juzgado y se convierta en parte de esa causa. También, porque no tienen otra salida más digna que rendir cuentas de lo que durante mes y medio han criticado y perseguido hasta el ensañamiento más inhumano. Y están en lo correcto de dar cuenta de todos y cada uno de sus gastos, aunque se ahorrarán el «juicio del telediario» que es lo que temen pueda suceder con algunos de ellos, sobre todo, los que más gasolina echaron en el monte antes de prenderle fuego.

Bien está que nos den las explicaciones que nos merecemos y estamos esperando desde la dimisión de Dívar, ese Cid Campeador que sin proponérselo ha dejado correr por los pasillo del Consejo el virus de la transparencia.