Europa
Ellos son así
Estados Unidos es un país formidable que admiro. Puedes vestir como quieras sin que nadie se extrañe, sentirte casi en casa porque se habla tanto o más español que en tu propio país, convivir sin problema con gente procedente de los cuatro continentes, hacerte amigo de cualquiera en un parque escuchando a una banda callejera de jazz, lavar la ropa de una semana entera por cuatro dólares en una «laundry» de monedas, o admirar las maravillas que se han conseguido gracias al espíritu libre de sus ciudadanos, la fuerza de sus instituciones y el hecho de que un negro pueda llegar a ser presidente de la nación y un hispano a jefe del Ejército. Junto a eso me resultan llamativas algunas de sus costumbres, impensables en otras partes del mundo. Por ejemplo, choca comprobar cómo siendo una nación reglamentista en extremo, seis de cada diez conductores vayan enganchados al celular o incluso escribiendo mensajes mientras controlan el volante, sin que la Policía haga nada. O los simpáticos avisos de los manuales de instrucciones de numerosos productos. Por ejemplo, en algunos frascos de pastillas para dormir se dice que «cuidado, porque pueden provocar somnolencia»; de la plancha, que «no debe usar sobre la ropa puesta»; de los parasoles de parabrisas, que «no se ha de conducir con ellos colocados»; del mando del televisor, que «no se debe introducir en el lavavajillas»; del termómetro eléctrico, que «no se ha de usar oralmente tras utilizar analmente»; de la botella de champán, que «no se abra apuntando a los ojos»; del microondas, que «no se debe utilizar para secar al gato o a otro animal o niño», y así hasta aburrirse. Avisos que a cualquiera en Europa le parecerían innecesarios, en los Estados Unidos son de lo más habituales.
Como es normal también que una empresa exija por contrato que sus empleados viajen en avión en los asientos de ventanilla, para así protegerlos de ser tomados como rehenes en caso de secuestro, dado que «es mucho más fácil ser víctima de los terroristas si te sientas junto al pasillo». En los vuelos te facilitan unas revistas de venta por catálogo en las que puedes encontrar las cosas más singulares y pintorescas, desde una escalera plegable para salir de casa en caso de incendio a un sistema para que los gatos pasen al mismo baño que las personas.
O las armas. El otro día entré en una especie de hiper en el que se pueden comprar las pistolas como si fueran cacahuetes, y por supuesto todo tipo de ropa militar, máscaras antigás y equipos NBQ. Lo que me lleva a recordar el caso del funcionario que llegó a acumular tres rifles, un revólver y 25 granadas de mano porque pensaba que su vecino le quería robar el televisor.
Cosas de América. Te pueden meter en el calabozo por hacer pis en la calle y sacar del coche pistola en mano por circular diez kilómetros por encima del límite de velocidad, aunque, sin embargo, es normal ver conducir a la gente hablando y enviando mensajes por el móvil. Ellos son así.
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