Combates
Irreductibles por Lucas HAURIE
Año 75 después del Alzamiento. Toda la Hispania está ocupada por los votantes azules. ¿Toda? No. Una pequeña aldea roja del sur resiste a la marea electoral. Gracias a la poción mágica que prepara el viejo druida Guerrix, el astuto Griñanix y el forzudo Vierix, que se cayó en la marmita del aforamiento cuando era un niño, le hacen la vida imposible al pretor Arenae y al procónsul Montorum, el enviado especial del venerable césar Caius Marianus llegado en paracaídas con la misión de derrotar a los sediciosos. En mayo, el laureado centurión Zoidum infligió una severa derrota a los rebeldes en la batalla de Municipalia y paseó en triunfo, durante la celebración del Corpus, con el caudillo Espadix uncido a su cuadriga. Pero nada más hacerse cargo del gobierno de la ciudad, la población que lo había recibido entre vítores tornó su entusiasmo en decepción al ver en qué gastaba los sestercios recaudados mediante impuestos confiscatorios y la profusión de estatuas con su efigie que mandó alzar por toda la urbe. «Están locos estos peperos», exclamaba la plebe ante el anuncio de un vuelco electoral en la provincia. Y con menos terreno contaba don Pelayo para reconquistar la Península. Pero tardó ocho siglos.
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