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Los pobritontos de Europa

La Razón
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En esto de las cábalas económicas hay dos grupos: los que se equivocan y los que se equivocan menos. El ex líder de CC OO José María Fidalgo quizá se equivoque menos porque diagnostica con el pulso médico y no del economista. Las previsiones que hizo en un encuentro con LA RAZÓN y que se publicaron en este medio en plena calorina veraniega (17 de julio) se están cumpliendo desgraciadamente al pie de la letra. En aquel foro, que se celebró en un céntrico hotel malagueño, Fidalgo avisó de la bola de nieve que corría detrás del sistema financiero y muy especialmente de las cajas de ahorros. Recordó la sugerencia que le hizo en su día al exministro Pedro Solbes: «Nacionalizar la banca y privatizar las cajas». A mediados de aquel mes de julio, la BBK acababa de ganar la puja por Cajasur y humeaba el enésimo impulso de la Junta por conseguir el capricho de la caja única. Ahora, siete meses más tarde, Andalucía se ha quedado con Unicaja como única entidad regional, mientras que el resto, como en toda España, va cumpliendo etapas: primero las fusiones frías, luego las templadas y finalmente o la fusión bancaria o la fusión por explosión. No hay más.
Pero Fidalgo dijo más cosas aquel día. Dijo que estábamos tardando en darnos cuenta de que «somos un 30 por ciento más pobres de lo que nos creemos. Así que si queremos mantener nuestras condiciones de vida actuales tendremos que trabajar un 30 por ciento más. Es difícil encajarlo, pero es así». En julio Zapatero hacía sólo unos meses que le había bajado el sueldo a los funcionarios, aunque la empresa privada llevaba usando la cuchilla varios años; y ayer, por Inma García de Molina, nos enteramos de que el Gobierno, previo acuerdo de los sindicatos y la patronal, va a aceptar desvincular la subida de los salarios del IPC. Es decir, que mientras el Índice de Precios al Consumo se dispara por encima del tres por ciento, la gasolina se paga a precio de oro líquido, el calzado como si fuera plata de ley y la luz pega un «calambrazo» del 10 por ciento, los salarios seguirán congelados. Este año y los que quedan para esa rara especie en extinción que recibe una nómina a fin de mes.
Somos, efectivamente, un treinta por ciento más pobres. Y la cara de tontos nos ha crecido un cincuenta por ciento. De la séptima potencia del mundo, hemos pasado a los pobritontos de Europa. ¡Qué chasco!