Bilbao
Llegó Zalduendo y lo fastidió
Séptima de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Zalduendo, 1º y 4º sobreros de Torrealta, bajos de presentación, descastados, flojos y deslucidos. Tres cuartos largos. - Morante de La Puebla, de grana y oro, bajonazo (silencio); media (pitos). - El Juli, de azul pavo y oro, pinchazo, estocada caída, descabello (saludos); pinchazo, aviso, estocada (saludos). - José María Manzanares, de tabaco y oro, pinchazo, aviso, media (saludos); dos pinchazos, estocada (saludos).
Si algo ha tenido la feria es toros bravos. De Bilbao. Y buenos para el toreo. Para alegría de la Fiesta. Se ha pasado miedo por estos lares. Ayer bajó la presentación de la corrida con peso pero menos remate si comparamos con las lidiadas hasta entonces. No eran toros presentables para Bilbao. Agravio comparativo. Y la casta y la fuerza se buscaba ayer en Vista Alegre como caramelos a la puerta de un colegio. Pero no apareció ni por equivocación con la corrida de Zalduendo más sobreros. El cartel era un cartelón. Morante, El Juli y Manzanares.
No resultó lo esperado. O sí. Depende el prisma por el que se mire. Dos toros se devolvieron a los corrales. Los dos de Morante. Tampoco los de Torrealta, que eran tan anchos de atrás como de cuello, quisieron contribuir. Se deshacía la tarde ante un vendaval correoso para el lucimiento, que nos hace pensar en el final del verano: Otoño, El Pilar... Todavía queda para esas ferias, el ocaso de la temporada, pero días así, te las planta de cara en la memoria.
Volaba la tarde, los capotes, los papelillos, mientras se dilataba en el tiempo: el festejo más largo de todas las Corridas Generales. Más de dos horas y media. Y volaba sobre todo en el turno de Morante, que nada pudo hacer con el descastado sobrero que abría plaza. Le pitarían después. Injusta bronca esta vez. El segundo sobrero no tuvo ni pizca de casta, ni clase ni una embestida clara. Era un zambombo de 622 kilos, que sólo tenía eso: carne. Y a la carne no se la puede torear. Lo justificó Morante y se le protestó la brevedad. ¿Alargar un espectáculo sin sentido?
Torear en circular
Manzanares parecía otro. Nos sorprendió en el sexto con dos largas de rodillas en el tercio y un abanico de lances variados. Lo dejó crudo en el caballo, pero sin raza el toro no quiso pasar. Se paró, acobardado y la pelea era unidireccional. Antes lo había bordado la cuadrilla del torero. Qué delicia. Algo más raro todavía ocurrió con el tercero que fue el que más se movió de toda la tarde, lo podemos dejar en un «manejable» con matices. Comenzó Manzanares la faena con interés porque se intuía en el toro un reto: ahormar las arrancadas, meterle en vereda. Antes de que algo de esto sucediera, el alicantino optó por encadenar una sucesión ilimitada, casi infinita de circulares a modo de espiral. Play- Stop- play- vuelvo a empezar. (Me perdí cuando conté los seis). El toreo fundamental no llegó y la cosa quedó rara. Menos seria y más teniendo en cuenta que estábamos en Bilbao.
De oficio tiró El Juli para poner las cosas en su sitio, las pocas que se podían poner. Un picotazo se llevó el quinto en el peto. Visto y no visto. Y todo listo para la muleta. El toro andaba con lo justo y se defendía. Juli se lo trabajó, le alargó el viaje, le hizo tragar por abajo a pesar de que le costaba y le sacó una faena de aprobado con tan escaso material. Su banderillero «Niño de Leganés» salió mal parado de un par y resultó herido en el segundo del festejo.
Dramático año para la Fiesta y sobre todo para los toreros de plata. No tuvo clase el toro, pero en las manos de Juli hasta pareció más. Son figuras y mandan, ¿por qué se anuncian en Bilbao con esta corrida?
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