Turquía
Navarro el alma de la otra «Roja»
¡¡¡Impostor!!!
Cuando me encomendó el jefe, ése que habita el sótano de esta página, arrearle a la «Bomba» Navarro, me acogí a la cláusula de conciencia: «Antes me dejo torturar por el Vietcong, o incluso invito a cenar a Cándido Méndez, que criticar a mi vecina María José», dije. Pero resulta que hay un baloncestista que le ha plagiado el apelativo a la explosiva articulista de al lado. Muy bueno no debe de ser, porque en Turquía, sin Gasol ni Calderón, nos hemos comido lo que rima con camión, pero tengo que reconocer que el muchacho, de primeras, cae bien; porque habiendo nacido en San Feliú del Llobregat nunca ha consentido que le digan Joan Carles. Debería ser lo normal si tu familia procede de Aznalcázar y tú tienes toda la cara de un tío de Aznalcázar, pero hay mucho charnego acomplejado.
El caso es que la «Bomba Navarro» (al impostor, me refiero) decidió un buen día emigrar a la NBA, donde los árbitros no son sensibles a sus dotes interpretativas. No es apreciada en Estados Unidos la especialidad de este jugador: notar el roce de la yema del índice de un defensor y quedar inerte en el suelo tras saltar con las cuatro extremidades disparadas en direcciones opuestas formando una equis en el aire.
En América, no hay un Barça exento de los contactos que el reglamento permite para los demás equipos y el chico no se adaptó.
Las guías turísticas de Memphis ya no llevan en su portada la foto de la mansión de Elvis, sino una de los pañales usados que dejó «the other spaniard» en el vestuario de los Grizzlies.
Y encima, le roba el mote a mi estimada colega.
Lucas Haurie
La Bomba y el petardo
Imagino que saben de sobra que perro no come perro y que los gitanos no se leen entre sí las manos. Que hay países donde los congresistas no se investigan tampoco los unos a los otros porque está feo. Les supongo enterados, además, de que es bastante inútil venir a dormir al velador y asar la manteca, así que espero que comprendan que entre bombas sólo puede haber respeto mutuo, y que una bomba Navarro no va a criticar a otra ni por asomo. De bomba a bomba y de Navarro a Navarro nada, nada que no sea un apoyo sincero y fraternal, y un abrazo de los gordos. Porque el mérito de Juan Carlos Navarro no es el de ser un baloncestista fabuloso y de los que quedarán en el recuerdo de todos, sino haber aguantado a Sergio Scariolo durante la concentración y el Mundial, que no es poco martirio, oigan. Cuando José Luis Sáez haga balance de lo visto, espero que comprenda que de este error, el de entregar al italiano las riendas de la selección de básket, no puede salir indemne. Si Vds. quieren podemos achacar a la ausencia de Pau la decepción final, podemos lamentarnos hasta la eternidad de la lesión de Calderón, podemos señalar a Marc y a Navarro y echarles en cara que no han sabido, que no han podido con lo que se esperaba de ellos. Todo eso podemos hacer. Y luego también podemos analizar qué clase de gestor humano es Scariolo, cuáles son las razones para convocar a algunos de nuestros internacionales y el olvido en el que han caído otros (imprescindibles cuando pintan bastos) y cómo se las ha arreglado para que nuestro banquillo haya sido de los peores del campeonato. La «Bomba Navarro» seguirá estallando y este mal recuerdo será sólo un petardo mojado.
María José Navarro
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