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Avance editorial / «Kapuscinski non-fiction»: Un vecino especial

Para muchos, ha sido el mejor reportero; para otros, ni pisó los lugares de los que escribió. Hablan los amigos del periodista polaco.

«Kapuscinski non-fiction»
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Cuando Kapuscinski vivía en el barrio obrero de Wola, en una colonia de edificios de cuatro plantas, uno de sus vecinos era Kazimierz Bosek, un amigo muy diferente a Nowak. Periodista, como Kapuscinski, pero con pocas simpatías hacia la Polonia Popular.
Justamente mientras Kapuscinski era un miembro activo de la UJP en la Universidad de Varsovia, Bosek, hijo de un comandante de policía del período de entreguerras, fue expulsado de los estudios como «elemento socialmente hostil» (en un cuestionario ocultó la información sobre su padre). Fue obligado a incorporarse a un batallón de castigo que realizaba trabajos de minería, algo que haría mella en su salud.
Durante casi cuatro décadas de amistad evitaron las conversaciones sobre política, pues era un tema en el que apenas tenían puntos en común, si es que los tenían. La estrategia vital de ambos era diferente. Kapuscinski sabía que mediante el conflicto no se logra nada, siempre limaba asperezas, se llevaba bien con los jefes, eludía por completo cualquier confrontación personal. Si veía que alguien estaba diciendo tonterías, no alargaba la conversación. «Sí, claro, claro, tiene usted razón...», y terminaba así las conversaciones que no llevaban a ningún lado. Bosek era su opuesto: de los que todo lo discuten, siempre llevan la razón y tienen que demostrarlo. Más de una vez tuvo problemas por este motivo en los diferentes lugares donde trabajó.
Sus semejanzas tenían otro carácter. Ambos eran del tipo emotivo, sentimental. Los unían además «problemas» similares con sus hijas. Zojka había emigrado a Canadá en contra de la voluntad de su padre, mientras que Agnieszka, hija del primer matrimonio de Bosek, se marchó a Francia y allí se casó, con la oposición de su padre. Compartían sus experiencias y se animaban mutuamente; eran temas en los que se comprendían casi sin necesidad de palabras.
Para Kapuscinski, el piso de su amigo era uno de los sitios donde ocultarse del mundo. Cuando Bosek y su segunda esposa, Marzenna, se iban de vacaciones, le dejaban las llaves de su nuevo apartamento en el barrio de Sadyba, y a veces se instalaba allí incluso varias semanas.
Recurría a la esposa de su amigo, también periodista, cuando quería consejo sobre moda o estética, como por ejemplo cómo elegir la ropa o dónde comprarla, en una época en la que en las tiendas no había gran cosa. Cuando empezó a quedarse calvo, ella le recomendó que no se peinara «con cortinilla» porque quedaba fatal, que era mejor llevar el pelo muy corto.
–Cuando Rysiek empezó a padecer de la columna, no podía permanecer sentado, se pasaba el día tumbado en el suelo duro y cayó en una depresión; mi marido iba a levantarle la moral –explica Marzenna Baumann-Bosek–.
A su vez, cuando mi marido y yo enfermamos de gravedad, Rysiek siempre se interesaba por nosotros, nos daba apoyo anímico y alguna vez también económico.
Cuando Bosek empezó a sufrir los mismos problemas vasculares que su amigo (dolores en las piernas), Kapuscinski llamaba a su esposa y le daba consejos.
 –No puede comer grasas ni beber alcohol.
 –Pero si ya sabes que no bebe.
–Bueno, pero nunca se sabe.
–Rysiek quería mucho a Bosek –comenta un amigo común de ambos–, pero lo trataba con cierta indulgencia.
Cuando después del año ochenta y nueve surgió la nueva Polonia y Bosek se afanó por conseguir pensiones y jubilaciones para los soldados mineros, Kapuscinski observó los esfuerzos de su amigo sin mucha comprensión pero con condescendencia, como si se tratara de una quijotada descabellada.
Débil de corazón
En cambio, valoraba mucho su pasión por Jan Kochanowski. Bosek descubrió el lugar de la primera tumba del poeta renacentista y fue el artífice de que se llevara a cabo una ceremonia solemne de inhumación de sus restos en la localidad de Zwolen. El acto fue auspiciado por el cardenal Franciszek Macharski, y reunió a numerosas personalidades del mundo de la cultura. Gracias al viaje que realizaron juntos a Czarnolas a mediados de los años ochenta (Bosek se había roto la clavícula y su amigo se ofreció a llevarlo en coche), Kapuscinski escribió su primer poema después de treinta años. Bosek, coetáneo de Kapuscinski, falleció un año antes que su amigo. La salud de Kapuscinski era ya entonces muy delicada (problemas de cadera, insuficiencia cardíaca), y sintió más dolorosamente que nunca que también a él se le acababa el tiempo.
El matrimonio Gielzynski, Wojciech y Maria, no tarda mucho en quedarse callado. A decir verdad, terminan el relato acerca de su amigo antes de que realmente empiece. Durante años los visitó, comieron y bebieron juntos; tenían la sensación de mantener conversaciones fascinantes con él. Pero, ¿sobre qué? No lo recuerdan. Este «esquema de amistad» se repite en muchas de las personas que se relacionaron con Kapuscinski.
Muchos de los que lo conocían dicen que era su «amigo» porque les dejaba creer que entre ellos había surgido una amistad. En realidad se conocían sólo un poco. De vez en cuando mantenían agradables charlas. Kapuscinski daba la impresión de escuchar atentamente. Casi todos los que hablaban con él se mostraban después convencidos de ser alguien muy especial para el maestro, de ser su compañero de charlas preferido, su compadre, su amigo, su discípulo.
El reportero Wojciech Jagielski sonríe mientras comenta que alguien podía contarle a Kapuscinski las banalidades más trilladas, pero, por la forma en que éste las escuchaba, se convertían para el que hablaba en toda una joya de la inteligencia humana.
«Eso es increíble. ¿Cómo te has enterado?»
«Magnífico. Te felicito de corazón».


Artur DOMOSLAWSKI


FICHA
- Título del libro: «Kapuscinski non-fiction»
- Autor: Artur Domoslawski
- Edita: Galaxia Gutenberg
- Fecha de publicación: 17 de noviembre de 2010.
- Sinopsis: Es un mito. Uno de los reporteros más famosos. Salió de Polonia. Traspasó la frontera invisible que imponía en aquellos años el Telón de Acero. Firmó reportajes inolvidables sobre la Unión Soviética, Irán, América Latina o África. Ahora Artur Domoslawsky, uno de sus discípulos más cercanos, traza la biografía del genial periodista, maestro y referencia para miles de corresponsales y reporteros en la actualidad. Un acercamiento que ha levantado un fuerte debate alrededor de esta figura por las revelaciones que incluye y que ha irritado de manera especial a la familia del propio Kapuscinski.