Moda
Galliano en su peor desfile
Perfil bajo y voz temblorosa. Así apareció ayer John Galliano ante el tribunal correccional de París que le juzga por injurias raciales y antisemitas. Inquietud en el rostro, pero de otro tipo. Nada que ver con los nervios y la excitación previos al arranque de un desfile de alta costura o el estreno de una nueva colección.
En juego ya no está su reputación, mancillada por un escándalo que le ha costado su trono al frente de Dior, sino su dignidad y la posibilidad de pasar hasta seis meses tras los barrotes de una celda. De negro impenitente, salvo por los lunares blancos de una corbata apenas anudada en torno al cuello, y sin su habitual sombrero, el modisto británico ofreció desde el banquillo su cara más dócil. En busca de clemencia.
De aquel día de febrero en que la Policía le arrestó tras un altercado verbal con una pareja a la que supuestamente insultó, aseguró no recordar «nada». La culpa: su triple dependencia del alcohol, los barbitúricos y los somníferos, que, reconoce, tomaba «incluso durante el día». Sustancias de las que empezó a abusar tras la muerte en 2007 de su amigo y colaborador Steven Robinson. «No me tomé el tiempo necesario para hacer el duelo», añade el estilista, que acabó superado por la continua presión de su trabajo creativo para la casa Dior y que tras su despido ha pasado dos meses ingresado en una clínica de desintoxicación en Arizona.
Contra los prejuicios
Pero, pese a su amnesia, que sí le permitió recordar «la imagen de un chico muy violento» en alusión a uno de los denunciantes, Galliano pidió disculpas. Por la fragilidad de su memoria y por «todo aquello de lo que se me acusa». Es decir, de tratar de «sucia cara de judía» y «puto bastardo asiático» a una pareja que compartía la terraza del parisino Café La Perle con el diseñador, que negó que esas fueran ni sus opiniones ni sus convicciones. «Siempre he combatido los prejuicios, la intolerancia y la discriminación», argumentó antes de apelar a la compasión de los presentes al relatar cómo él mismo ha sido discriminado por «mis orígenes españoles y por mi homosexualidad».
Si la defensa contó con el testimonio de otros dos vecinos de mesa que aseguraron no haber escuchado ningún tipo de insulto racista o antisemita durante la acalorada discusión, los abogados de los denunciantes aportaron la versión opuesta de un par de testigos que abundaron en la violencia de las ofensas proferidas por un Galliano visiblemente ebrio y que, aún hoy, continúa en tratamiento. Tras su cese en Dior, el creador no ha vuelto a trabajar, mientras que el futuro de la marca que lleva su nombre está en suspenso. Su propietario, el grupo LVMH espera al veredicto que se conocerá en los próximos días para decidir si liquida la empresa, la conserva o la vende.
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