Club de Campo
Doble o nada
Zoido y sus chicos –y chicas, no vaya a estar leyendo esto la sutil concejal detectora de poses arrogantes– llevan tres años entregando vales por un mundo mejor como si no hubiera mañana, así que es fácil deducir lo que ocurrirá en estos nueve meses de cuenta atrás. Ahora que los besos a niños y los «cuando yo sea alcalde» crecen como en una reñida puja en Sotheby's, habrá un doble o nada de promesas. «Veo tu línea de metro y la doblo», y en ese plan. Esto puede provocar que el 23 de mayo, con la resaca del balcón aún presente, amanezca una larga cola ante su despacho preguntando «qué hay de lo mío» y soñando con una nueva vida, como si fuera la lista de peticiones de Villar del Río a los americanos. Seguro que lo daría por bien empleado, que eso y no otra cosa es lo que espera el ciudadano de quien se sienta en el sillón de la Plaza Nueva, aunque hablar de «proyecto apolítico» suene más bien a pirueta con doble salto mortal. El PSOE rezongará, alegando la cantinela de que los fondos públicos no son ilimitados, por más que se haya empeñado en disimularlo en el Metropol Parasol. Pero, ¿a quién no se le va la lengua cuando los carteles invaden las calles? O si no, ¿dónde están las VPO sin sorteo, los aparcamientos, el botellódromo, Tablada verde o el traslado de la Feria? «Oiga, ¿y el pleno empleo?». «Ni me lo recuerde…».
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