Estreno
La América del desengaño
En un momento de «La noche se mueve» (1975), Harry Moseby (Gene Hackman) hace un comentario despectivo acerca de «Mi noche con Maud» (1969). «Es como ver crecer una planta», opina Moseby sobre la película de Rohmer, que había disfrutado de un notable éxito en el circuito de arte y ensayo de la América progresista de los primeros setenta. El comentario es significativo por dos razones: en primer lugar, vincula la obra de Arthur Penn a la Nouvelle Vague; y, segundo, no sólo define el indolente descreimiento del personaje –y con él, el del héroe típico del cine de Penn–, sino también la urgencia visceral de una trayectoria especialmente anómala en el cine americano, carrera que rompió con el modelo clásico del sistema de estudios. De todos los cineastas que nacieron al amparo de la etiqueta «Generación de la televisión», los que se educaron en la edad de oro catódica, la de los dramáticos emitidos en directo, Penn fue el más atrevido, el que manejó con más autoridad la influencia de la libertad expresiva de los nuevos cines europeos para analizar una cultura, la americana, empapada de violencia y desengaño. Su nombre figura en letras de neón cuando se habla de «Bonnie & Clyde» (1967), película que no sólo escribió en palabras de sangre el libro de estilo del Nuevo Hollywood, también renovó la imagen arquetípica del forajido. La virulencia del filme dormía agazapada detrás de cada uno de los planos de «Acosado» (1965) y, sobre todo, de la portentosa «La jauría humana» (1966), gran fresco de la América profunda que parecía la prueba fílmica de que Hobbes tenía toda la razón cuando decía que el hombre era un lobo para el hombre. Sus acercamientos al «western» no pudieron ser más crepusculares: «El zurdo» (1959), «Missouri» (1976) y, sobre todo, «Pequeño gran hombre» (1970) cuestionaron la validez del mito del sueño americano. Ese sueño que, tras la muerte de Kennedy, navegaba en círculos, como la imagen del barco sin rumbo fijo que cierra «La noche se mueve», acaso el ensayo más lúcido jamás filmado sobre un país que había perdido la confianza en sí mismo.
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