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Se deshincha la protesta en Marruecos tras el atentado

Mientras marcharon por las calles de Marraquech dieron sensación de legitimidad, fuerza y coherencia. Pero al final, cuando más falta hacía un símbolo de unidad –la fotografía de miles de personas frente al destrozado café Argana hubiera podido ser ese icono– los convocantes de la manifestación celebrada ayer en la histórica ciudad marroquí fallaron estrepitosamente.

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Hubieran sido quizá 1.500, pero se quedaron la mitad en un lado y la otra mitad en otro. Fracaso de todos.Los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero llegaron hasta la destrozada fachada del conocido café. Pero otros, realistas e islamistas fundamentalmente, se arrinconaron en el otro extremo de la plaza para no juntarse con el «enemigo». Cada uno jaleó sus respectivas consignas y los grupos se diluyeron como un azucarillo en agua. Un triste final para la primera marcha nacional que se convocaba en este país.

No hubo símbolo que echarse a la boca de un Marruecos unido, no sólo contra el terrorismo sino también por la democracia. No hubo la generosidad necesaria para aparcar las diferencias entre unos y otros. Y eso impidió el éxito de una convocatoria que, por otra parte, nacía ya en medio de una notable confusión sobre dónde, cuándo y por qué se iba a realizar. Sobre todo porque los objetivos de unos y otros eran diametralmente opuestos.

La «gran manifestación nacional» que convocó el Movimiento 20 de Febrero en Marraquech se quedó simplemente en una marcha más, a veces un divertimento para curiosos locales y turistas, que hicieron un dos por uno: venían a visitar una ciudad monumental y se encontraron también con una protesta árabe en directo. Fotos para el álbum y para comentar a los amigos. Nada más.

Todo parte de una percepción errónea del Movimiento 20 de Febrero. Los «realistas» les acusan de querer derrocar al rey y por eso tratan de «reventar» todas sus convocatorias. Pero nadie discute el papel de Mohamed VI entre los jóvenes contestatarios que, no obstante, insisten una y otra vez en que el salvaje ataque terrorista de Marraquech no debe hacer olvidar sus justas reivindicaciones. «Esta manifestación es por nuestras demandas», comentaba ayer a LA RAZÓN Mehdi Chouki, uno de los integrantes del 20 de Febrero de Marraquech, «pero también para decirles a los terroristas que no nos van a parar».

¿Y quiénes son los terroristas? Con los gritos de fondo de «el pueblo acabará con la tiranía», Abdelsalam deja caer que «el Estado debe asumir su responsabilidad» en lo ocurrido. Y otro estudiante, Abdelmuttadib, muestra su certeza de que el atentado –en el que fallecieron 17 personas y otras 20 resultaron heridas– «es terrorismo de Estado». Palabras mayores.

Al Qaida no estaba presente ayer en la mente de ninguno de los manifestantes. Para empezar, el grupo terrorista ha negado su implicación en los atentados de Marraquech. Pero además, porque nadie siente aquí el terrorismo yihadista como su problema más acuciante. La economía, el trabajo, las injusticias sociales y la falta de libertad política son las preocupaciones de los marroquíes. «No sé si fue Al Qaida, pero sé que el ataque (al Argana) iba dirigido contra nosotros, contra lo que pedimos», afirma Anna, una estudiante de políticas de Marraquech, para la que «los verdaderos perjudicados somos los del 20 de Febrero».

Encuentro oficial del Rey con Mohamed VI
El Rey Don Juan Carlos y el monarca alauí, Mohamed VI, mantendrán hoy un encuentro oficial en el Palacio Real de Marraquech, según informó ayer el Palacio de la Zarzuela. Esta reunión, que tendrá lugar justo antes de que el Rey regrese a España, ha sido el único evento anunciado en el marco de la visita privada a Marruecos iniciada por Don Juan Carlos el miércoles a invitación del rey marroquí. El inicio del viaje privado del Rey comenzó justo seis días después de los atentados de Marraquech en los que murieron 16 personas, entre ellas varios turistas extranjeros.