Feria de Bilbao
Robleño aprieta a última hora
- Las Ventas. 22ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Palha y dos de El Torreón, 5º y 6º, exigente el segundo y buen pitón el tercero. Lleno.- Jesús Millán, de grana y oro, media baja, dos pinchazos, media estocada, descabello (silencio); dos pinchazos, media estocada (silencio).- Fernando Robleño, de blanco y oro, bajonazo (algunos pitos); estocada (oreja).- FranciscoJavier Corpas, de rosa y oro, pinchazo, metisaca, descabello (pitos); pinchazo, estocada, aviso (descabello).
La tarde se nos iba con sabor amargo. Los toros de Palha y la terna no habían remado en la misma dirección y hacer así algo importante se veía imposible, brotaba más la incapacidad que ninguna otra cosa.Cuatro toros lidió el ganadero portugués y la gran sorpresa saltó en quinto lugar. Remiendo de El Torreón. Remiendo con palabras mayores porque era el toro todo un señor, abundante cornamenta y remate por atrás. Alto, grandón, un trago. Y de órdago resultó la misión de ponerse delante. Cambió en el último tercio el animal, no lo había cantado antes, y estiró el cuello en la faena de muleta con ideas de pocos amigos. Le había caído en suerte, o mala suerte, a Fernando Robleño. Esta vez tiró de arrestos, de entrega, de aspirar el miedo y sobreponerse. Era complicado el astado, porque si le obligabas a humillar, se negaba a malas y a su aire tampoco era del todo de fiar. Se ajustó Robleño, se pegó el arrimón, le cogió la medida poco a poco. De mitad de faena para adelante, meritorio de verdad.Sacó toda la firmeza de aquellas tardes en las que Robleño marcaba la pauta del toreo de la distancia, pero esta vez metido entre los pitones. Una batalla de cercanías, de susurro, de no mirarse, de sacar pecho, enseñárselo al toro, encoger el alma y aguantar el envite del animal, que acabó por claudicar. Lo mató, un punto baja, y le cortó la oreja. Salvaba una tarde y quién sabe si su peregrinar para el resto de la temporada. Las orejas de Madrid no sé si abren las puertas, pero despejan el camino. Quiso apostar con el segundo, que se desplazaba mucho, sin calidad, sin humillar y con un punto de brusquedad, pero estuvo a la hora de la verdad ligero, y el público se le echó encima.
Susto en el cuartoEl otro gran momento de la tarde lo vivimos con el corazón en un puño en el tercio de banderillas del cuarto, toro de Jesús Millán. Sus subalternos Carlos Casanova y Jesús Arruga dieron la dimensión de toreros de pundonor y se dejaron llegar tanto al toro a la hora de clavar que uno salió con el vestido hecho jirones y a Casanova le costó la cogida. Más enrazado aún se volvió a ponerle el par. La ovación para que ambos se desmonteraran tenía la intensidad casi inaudita en lo que va de feria. Se llevó el matador el lote con más guasa de todo el encierro. Anduvo aseado con el avispado primero y se quitó como pudo el complicado cuarto. Las arrancadas más interesantes de toda la tarde las dio el tercero. Fueron por el pitón zurdo. Qué buen son tenía el astado. A portagayola se puso para recibirlo Francisco Javier Corpas. Después le pesó la plaza, el toro y quizá el poco bagaje que tiene a las espaldas. Una veces por falta de confianza, otras por la poca limpieza del trasteo, no llegó a comulgar. De ahí la bronca muerto y arrastrado el toro. El sexto de El Torreón tuvo también que torear, con sus dificultades, porque derrotaba al final y reponía raudo. Anduvo más efectivo el sevillano, pero el trasteo no superó la intensidad de la voluntad. Menos mal que Fernando Robleño dio un paso para adelante y maquilló lo que pintaba mal.
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