Londres

El eterno segundón ya es el primero

A Ed Miliband le gustaba la serie «Dallas» cuando era tan sólo un escolar. Era la manera que tenía de desconectar mientras su hermano mayor, David, y su padre, Ralf, un marxista convencido de origen polaco que había llegado a Londres huyendo del nazismo, discutían sin parar de política. En su casa, al fin y al cabo, no se hablaba de otra cosa. Su padre había convertido el salón en el punto de encuentro de intelectuales de la izquierda británica. Los dos pequeños siempre merodeaban por los rincones y muchos aún recuerdan cómo Ed era capaz de hacer el cubo de Rubik en un minuto y veinte segundos.

El eterno segundón ya es el primero
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Su infancia y juventud giraron en torno a la sombra de su hermano. Fueron a la misma escuela, la misma universidad y ambos pasaron un año en Estados Unidos. Ed coqueteó unos meses con el periodismo, pero pronto volvió al redil de la política, y de su hermano. Sus caminos sólo se separaron en 1994 cuando Tony Blair tomó las riendas del laborismo, moderándolo.

Pero aunque ambos trabajaban para el mismo partido, cada uno lo hacía con un bando de la guerra civil que vivía entonces la formación: David, con Blair; Ed, con Brown. El escocés siempre estuvo orgulloso de su discípulo y cuando se convirtió en «premier» le nombró ministro de Medio Ambiente y le pidió la difícil tarea de redactar el manifiesto que el partido presentó en las últimas elecciones.

Ed sabía que aquellos comicios estaban perdidos. Y los hechos le dieron la razón. Fue entonces cuando empezó a rumiar la idea de presentarse como nuevo líder del laborismo, pero con la idea de devolverlo a los orígenes ideológicos en una época de vacas flacas para Gran Bretaña. Por aquella época, su hermano figuraba como favorito, pero se animó al reto, la decisión «más difícil» de toda su vida: dejar de ser el segundón. Y la jugada, contra todo pronóstico hace unos meses, salió ayer bien. Ed, al fin, consiguió destacar. Su padre se habría sentido orgulloso, aunque también desmoralizado al ver que su pequeño se ha convertido en el líder de una formación con la que nunca logró casar sus ideas.