Leganés

Romance descoyuntado

La Razón
La RazónLa Razón





Descoyuntado me encuentro,/ descoyuntado me hallo./ El día en que yo nací/ nadie me ofreció un trabajo./ Y hoy, superada la cima/ del vivir sexagenario/ no tengo ni un triste ERE/ ante mí para agarrarlo/ y salir corriendo a casa/ con el bolsillo forrado./ Voy a llamar a Griñán/ –Chaves anda muy ocupado–/ para explicarle mis cuitas,/ para llorarle mi caso. Descoyuntado me encuentro,/ descoyuntado me hallo./ Me llama todos los días/ el director de mi banco/ para decirme que tengo/ mis cifras en colorado./ Cuando el rojo cambia a negro/ llega Hacienda y me da un palo,/ que en España sólo paga/ el que vive del trabajo./ El IVA cada tres meses,/ pero el ERE, ni probarlo./ Nací en el cuarenta y ocho/ año del siglo pasado,/ en un doce de febrero/ –le saco a Sabina un año–.
En aquel tiempo a los niños/ recién salidos del parto,/ nos metían en un nido,/ nos daban teta y cuidado/ y a los que, muy chuchurríos/ nacían, sin consultarnos/ –yo, entre ellos–, nos forraban/ con pienso complementario/ que llamaban «Pelargón»/ y que daba mucho asco./ Descoyuntado me encuentro,/ descoyuntado me hallo.
¿Por qué –me pregunto humilde–/ nadie me ofreció un trabajo?–. En Jerez de la Frontera/ sucedía lo contrario./ Fernández, un socialista/ tan decente como honrado,/ militante desde el mes/ segundo del embarazo,/ nada más sacar el cuello/ del uterino tocayo,/ le dijo a la comadrona/ con tono firme y airado:/ «Mil gracias, señora mía,/ por el mimo y el lavado./ Muy agradecido por todo,/ por lo bien que me han sacado/ y por dejarme el ombligo/ tan bonito y tan logrado./ Estoy muy contento aquí/ pero más, no puedo estarlo./ Soy un niño socialista/ hijo del proletariado,/ y tengo que dar ejemplo/ de tesón en el trabajo./ Pídame un taxi ahora mismo/ que me lleve hasta el despacho,/ porque si no me incorporo/ hoy mismo, en algunos años/ no podré cobrar el ERE/ que me tengo preparado./ Y al cabo de muchos días/ y al cabo de muchos años,/ el compañero Fernández/ político reputado/ y Consejero de Empleo/ se vio, al fin, recompensado/ por el ERE, por el oro,/ por el ara y por el aro./ Descoyuntado me encuentro,/ descoyuntado me hallo.
El compañero Fernández/ es un socialista honrado./ Quien lo dude, es un fascista/ y un nostálgico de Franco./ El español no perdona/ que el hijo de un proletario/ nazca de origen obrero/ con un ERE bajo el brazo./ Y así nos va en esta tierra/ de envidias, celos y espantos./ Tenemos un Presidente/ que no sale de su cuarto/ porque de hacerlo, los suyos/ lo reciben a gorrazos./ Tenemos al juez Garzón/ en el banquillo esperando./ Tenemos cinco millones/ de españoles en el paro./ Tenemos a Ángela Merkel/ con el bastón preparado./ Tenemos a Pachi López/ a Eguiguren entregado/ a Eguiguren sometido/ y con «Sortu» a medio paso/ de lograr que el terrorismo/
vuelva a ser legalizado./ Tenemos a Bono en trance,/ y a Trinidad en el Cairo/ y a Leire por Benidorm/ su retiro preparando./ Tenemos a Tomás Gómez/ con los autobuses blancos./ Nos han prohibido fumar/ pero no vender tabaco./ Tenemos al doctor Montes/ en Leganés, sin trabajo./ Tenemos una nación/ que se está haciendo pedazos,/ y tenemos a Garoña/ dispuesta contra tornados.
Y cuando un hombre ejemplar/ cobra un ERE bien ganado,/ tenemos muy mala uva/ y al unísono dudamos/ de que nada más nacer/ se incorporó a su trabajo.
Desconyuntado me encuentro,/ descoyuntado me hallo.