Bruselas

Adelanto preventivo

La Razón
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La economía andaluza ha vuelto a caer. Una décima intertrimestral, dos décimas en términos interanuales. Los brotes verdes han sido arrasados por los primeros fríos al tiempo que Bruselas ha obligado a Zapatero a firmar la defunción de su keynesianismo primario. Ya no caben más subsidios ni planes E que se pongan hasta la Ñ, de moño, de gasto público. Y aunque la vicepresidenta Salgado grite a lo Serrano Suñer que Alemania es culpable lo cierto es que no sólo se ha venido abajo la filosofía económica del PSOE, sino también su estrategia política, confiada ciegamente en poder exhibir antes de la cita electoral algún dato de empleo o crecimiento positivo que hoy ya nadie espera. El egoísmo se paga carísimo cuando del interés general se trata y por negar en sus inicios una crisis del tamaño del anticiclón de las Azores (¿les suena el archipiélago?) hoy la marca socialista está en caída libre. A principios de año fue Galicia y el pasado domingo Cataluña. Una vía de agua que se va agrandando cada día que pasa sin que el parado encuentre empleo y sin que el abuelo pueda dejar de destinar su congelada pensión para los gastos de los nietos porque el negocio de sus hijos no sale de pérdidas. Aguantar así dieciseis meses es suicidarse. Y como, con permiso de las urnas, a nivel nacional tiene perdida las elecciones, si yo fuera el PSOE haría coincidir las andaluzas con las municipales de mayo. Aquí aún hay resistencias sociales e ideológicas que retienen más el voto socialista que en otras partes, pero hasta esas barreras pueden venirse abajo de seguir esta depresión en la que el mero paso del tiempo incrementa el desasosiego y la incertidumbre. Además, el partido en Andalucía –desgastado tras treinta años de gobierno y dividido y desconcertado tras el último congreso– poco aportaría al candidato a la Moncloa. Puede incluso que reste. Pero si antes de que más gente se abone a la frustracion el PSOE consiguiera, aunque por la mínima, volver a ganar en Andalucía, el naufragio no implicaría hundimiento. Y la sala de máquinas, a flote, quedaría a la espera de un nuevo anticiclón.