Ley electoral

Zapatero vete ya

La Razón
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Mal debe de andar la cosa cuando es la gente de un partido la que urge a su líder «vete ya». Tan mal, que José María Barreda acaba de pedirle a Zapatero lo que a grito pelado y entre sudores Lola Flores pidió al público que se agolpaba en la boda de su hija: «si me queréis, irse». La iglesia estaba tan a rebosar y el camino hasta el altar tan intransitable que lo que en principio debía haber sido un día memorable o como mínimo una fiesta, terminó convirtiéndose en una auténtica catástrofe. Una catástrofe «nupcial» que, salvando las distancias, es lo que está a punto de ocurrirle al Partido Socialista en lo electoral.
Lo avisa José María Barreda, convertido en la Lola Flores del socialismo español que grita a los suyos, en medio del desconcierto y de la estampida de resultados de las encuestas, que deben «cambiar de rumbo» si no quieren estrellarse en las próximas elecciones. Lo dice conociendo que el cambio no va a producirse si no es forzándolo desde dentro y sabiendo que sólo lo que llaman un «barón díscolo» como él, es decir, con la suficiente testiculina, es capaz de pedirle al jefe de su partido nada menos que se marche. Lo ha hecho en los dos sentidos posibles: sugiriéndole que no se presente a la reelección para un tercer mandato (como también «en Castilla La Mancha se establece por ley») y rogándole que no acuda a la comunidad manchega ni de visita durante su próxima campaña electoral.
Barreda es conocedor de que en política hay verbos especialmente intransitivos y que si Zapatero es quien no quiere «irse», como parece que ocurre por decisión propia o por sugerencia ajena, finalmente van a tener que «irlo», lo que probablemente trate de propiciar con este nuevo empujoncito. Tal y como hizo Tomás Gómez, jugándose el tipo y la taleguilla política, arrimándose al pitón de la nomenclatura socialista y soportando el peso de tener que anunciarse en los carteles haciendo público el desencuentro. Ahora es Barreda quien pide plaza y quien anda por las radios exigiendo «la oportuniá» de que le dejen torear solo, sin nadie de Ferraz ni de su corte de pelotas que le vengan de fuera a reventar la corrida.
Y a ellos les sigue Griñán, que al callado grito de ¡Zapatero vete ya! deshoja también la margarita de adelantar o separar su propia campaña electoral.