Champions League

Moscú

Empate a balón parado esa cruz (1-1)

Cristiano Ronaldo adelantó al Madrid, que perdonó en exceso y en el 93 lo pagó con el 1-1 del CSKA

Empate a balón parado esa cruz (1-1)
Empate a balón parado esa cruz (1-1)larazon

A balón parado, esa cruz, empató el CSKA al Madrid en los últimos segundos del partido. El latigazo de Cristiano Ronaldo (min 28) parecía botín suficiente, el oro de Moscú, hasta que Wernbloom, que pasaba por allí, se encontró la pelota entre la nube de jugadores que aguardaba en el área chica el pitido final del árbitro y marcó. Fue el segundo disparo a puerta de los rusos, siempre a merced de los madridistas durante todo el encuentro. Tuvieron toda la suerte del mundo, la que le faltó al Real, que perdió a Benzema, lesionado al cuarto de hora, y no culminó ocasiones clarísimas e hizo bueno el dicho aquel de que quien perdona lo paga. Dentro de quince días, en el Bernabéu, podrá acabar lo que empezó ayer y en el último instante se torció, si no se distrae o vuelve a perdonar.

No salió en tromba el Madrid y confirmó las precauciones visuales de la alineación: Coentrao por Marcelo, Callejón por Kaká y Khedira por Granero. La consigna era obvia: primero, contener, defender y asegurar un resultado esperanzador para el partido de vuelta; luego, marcar. Pescó el Madrid en el mar en calma y de aguas transparentes del CSKA, un amigo, la primera captura, después de que Chepchugov, portero debutante, se ganara el sueldo con dos paradas consecutivas y de mérito a tiros de Higuaín y de Khedira.

El primer contratiempo madridista lo protagonizó Benzema; coincidió con el primer disparo a puerta del partido; tiró el francés, fuera, y se llevó la mano al interior del muslo. Le relevó Higuaín. Hasta ese cuarto de hora fatídico, ni el CSKA dio señales de vida en vanguardia ni los delanteros del Madrid habían tocado la pelota. Es más, el conservador equipo de Mourinho no cruzó del medio campo hasta el minuto 9. Tenía el balón, pero no sabía profundizar con él. La defensa adelantada de los moscovitas, su presión en todo el campo y la movilidad de Musa y de Doumbia extremaban sus precauciones. Sólo cuando el hiperactivo Ronaldo conectó el zurdazo que valió el 0-1 el partido se inclinó definitivamente del lado madridista.

Serio en defensa, con Pepe en plan imperial, y sobrio en el centro del campo, donde Xabi era el amo bien secundado por Khedira, el Madrid fue adueñándose poco a poco del encuentro. El CSKA no hacía sino defenderse, con orden, eso sí, y parecía cuestión de minutos que el segundo tanto visitante subiera al marcador. El frío ya no era un obstáculo, tampoco la artificialidad del césped. Doumbia había dejado de incordiar y tras el descanso la superioridad madridista fue aún más evidente.

Empezó a aparecer Callejón y a intervenir más a menudo el meta local. Pudo marcar el granadino, que mejor habría hecho en centrar la segunda vez que chutó; también Ramos, de cabeza, y en dos oportunidades consecutivas Cristiano Ronaldo. La primera la despejó milagrosamente Chepchugov; la segunda, de frente, tras otro centro magistral de Xabi, se le fue rozando el poste. Era el minuto 84, pudo ser la puntilla, y las únicas noticias en ataque de los rusos las protagonizaba otro africano, Oliseh, un zascandil que con el tiempo prácticamente agotado provocó la mano de Coentrao en la banda izquierda.

Nadie en el gélido Luzhniki imaginaba en el último minuto que el CSKA pudiera empatar. No lo merecía, podía ir perdiendo por dos o tres goles de diferencia; pero quizá Slutski, su entrenador, había estudiado los puntos débiles del Madrid, que los tiene, y el más apreciable, el que le martiriza, es el que se origina en el saque de una falta, una diagonal a balón parado. Tal cual. La pelota sobrevoló el área, Arbeloa en el segundo palo despejó en corto y horizontal y el sueco Wernbloom, un témpano, empalmó sin que nadie se lo impidiera. Casillas, sorprendido primero y perplejo después, como sus compañeros, ni se movió. Fue un jarro de agua helada, inesperado e inmerecido.

Había viajado el Madrid mentalizado para el triunfo, consciente de que era superior a un rival que días antes había terminado la pretemporada en la Costa del Sol. Pero no remató. La virtud que le adorna, su pegada, su facilidad para golear, se quedó helada como un témpano más en el antiguo estadio Lenin. Viajó en busca del billete definitivo, tendrá que esperar. Perseguía la clasificación casi matemática, una suerte de aquel «oro de Moscú», 510 toneladas de monedas y lingotes que en la Guerra Civil salieron del Banco de España para entrar en uno soviético. Un botín valorado hoy en 8.000 millones de euros, una inmensidad comparado con los 385 millones que relucen sobre las 590.000 monedas de La Merced. El tesoro puede esperar.


Pepe, un portento en defensa
No es que tuviera que emplearse a fondo en tareas defensivas porque el CSKA se asomó poco al área madridista, pero el central portugués se movió con mucha soltura, mandó a sus compañeros, dio un paso adelante para apoyar a Xabi Alonso y Khedira y fue un peligro en la estrategia ofensiva, ya que subió al remate en todos los saques de esquina. Cuando está centrado y sólo se preocupa de jugar, demuestra que es un futbolista de unas condiciones portentosas y con gran visión.

 

 

RESULTADO: CSKA DE MOSCU 1 - REAL MADRID 1 (0-1, al descanso).

ALINEACIONES.
CSKA MOSCU: Sergei Chepchugov; Vasily Berezutsky, Sergei Ignashevich, Alexei Berezutsky, Georgy Shechennikov; Pontus Wernbloom, Yevgeny Aldonin (Honda, min.68), Zoran Tosic (Necid, min.82), Alan Dzagoyev; Ahmed Musa (Oliseh, min.64) y Seydou Doumbia.

REAL MADRID: Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Coentrao; Khedira, Xabi Alonso; Callejón (Kaká, min.75), Ozil (Albiol, min.84), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, min.16).

GOLES.
0-1, min.28, Cristiano.
1-1, min.93, Wernbloom.

ARBITRO: Bjrn Kuipers (HOL). Amonestó a Wernbloom (min.67), del CSKA y a Xabi Alonso (min.46), Sergio Ramos (min.72) y Coentrao (min.82) del Real Madrid

ESTADIO: Luzhniki.