Córdoba

Esperanza Roy: «Como las divas ya sólo hago lo que me gusta»

De las bodas, dicen, salen otras bodas, y de las películas de amor, idilios pa- sajeros o incluso duraderos, aunque creo recor- dar que Sara Montiel se enamoró de Anthony Mann en una de tiros. La película no era de amor, sino de mucha risa, pero la protagonista, Esperanza Roy, entre gag y gag se enamoró del director, Javier Aguirre. Un idilio interminable: la actriz hasta aprendió a cocinar para hacerle a su vasco merluza a la vasca, «que me sale de cine».

Esperanza Roy: «Como las divas ya sólo hago lo que me gusta»
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La película era «El insólito embarazo de los Martínez». El próximo viernes la regala LA RAZÓN. –Recuerdo –me dice Esperanza– que yo era la mujer de Saza, que estaba genial, como siempre. Era un marido obsesionado con la paternidad, quería que yo tuviera un hijo a toda costa, pero sucede que empieza a hincharse y resulta que el que se queda embarazado, según los médicos, es él, y ahí me tiene a mí, atendiendo sus antojos. La vida al revés.–Y al final...–Al final resulta que eran gases. Las pataditas del bebé, gases; los malestares, gases. La idea era tan buena que después hicieron la misma historia los americanos. Por una vez nos adelantamos.–Y en esta película conoció a su Javier Aguirre, que la dirigía.–Así fue. Recuerdo que rodábamos las primeras escenas en una juguetería llamada Pumba, y allí, pumba, me enamoré de él. –Se han dicho pestes de las comedias de aquellos tiempos...–Injustamente. Muchas tenían un gran ingenio, porque en aquellos tiempos, hacer algo muy divertido con aquella censura era difícil. –Me pregunto: ¿qué pasaría si los hombres parieran?–Si los hombres de hoy parieran, serían muy buenas madres. El hombre ha despertado la ilusión de cambiar pañales, jugar con su bebé, pasearlo, algo que no se veía antes. Yo diría que ha descubierto la ternura, que antes parecía exclusiva de la mujer.–¿Y qué han descubierto las mujeres, Esperanza?–Las mujeres han descubierto que trabajar en casa y además fuera de casa es muy duro, que les faltan horas. Son «superwomans», no sé si más felices.(En el 74, año del estreno de la película, triunfaba la serie «Pipi Calzaslargas», pero Esperanza Roy no tenía tiempo de ver televisión: trabajaba mucho. Recuerda la Revolución de los Claveles en Portugal, «y un amigo portugués me decía: ‘‘Lo nuestro ha ido bien porque somos más bien mansos y melancólicos, pero vosotros soy violentos, lo vuestro será peor''». Y, mire por dónde, tuvimos una Transición ejemplar». Lleva la melena rubia corta y los ojos le cambian de color con la luz, pasan de marrones a verdes oscuros. Está guapa sin apenas maquillaje. Es cálida sin estridencias y divertida sin risotadas. Su blanco caniche, Lolo, está muy quieto a su lado, sobre la silla)–Hábleme de su vida en el franquismo...–Fueron malos tiempos para todos. Yo tuve la suerte de pasar un tiempo en el extranjero, cuando a las españolitas nos veían pusilánimes y como devotísimas cristianas vírgenes. Y no era así: teníamos más ganas que nadie de vivir la liberación sexual que nadie. Y nos liberábamos.–Y cuando volvía por aquí...–Eso me fastidiaba: volver y ver lo encerrados que estábamos. Yo me chupé todo el cine del mundo en la Filmoteca de París. Bailaba, pero me di cuenta de que me faltaba el verso, hablar. Tenía que ser actriz.–Y en el teatro hizo luego de todo: musicales, comedias, clásico, moderno...–Me era fácil hacerlo todo, la verdad. Soy lo que antes se conocía como una polifacética. Me expresaba con la misma facilidad en la risa como en el drama. Y así sigue siendo.–De la revista salieron grandes cómicos...–Era una buena escuela. Ahí estaban Tony Leblanc, Manolo Gómez Bur, Queta Claver, Saza... La mejor escuela de arte dramático era la revista.–Pero me imagino que le costó pasar de vedette a actriz.–No fue fácil porque tenía pegada la etiqueta de la vedette: guapa, imponente e ingenua. Para muchos, sólo era un cuerpo. Me costó romper esa imagen, y lo conseguí gracias al cine.(Le digo que la actriz Helen Mirren se desnuda en un filme a los 65 años, y me dice que le parece genial: «Yo lo hice cuando estaba bien, pero si ahora me dieran los papeles que le dan a doña Helen, haría lo que hiciera falta». Ha estrenado hace poco una función de Paco Nieva titulada «Tórtolas, crepúsculo, telón»: «Era una señora del Siglo de Oro que sabe hacer de todo; Francisco Nieva es un genio, un rompedor; un día lloraremos aquí por Paco como los italianos lloran por Pirandello»).–¿Y qué hace ahora?–Mirar. Ver. No me pierdo nada. Me apetece hacer teatro. Pero, como las divas, ya sólo hago lo que me gusta. Tengo pagada la luz y la merluza a la vasca por algún tiempo.–Dice Jacqueline Bisset que la mujer es más interesante cuando envejece...–Mucho más. De jóvenes somos ingenuas, soberbias, creemos valer más de lo que valemos. Con los años se alcanza la verdadera personalidad. Sabes que vives y sabes que antes sólo te has movido.–Pero con la edad hay que dejar los vicios...–Yo he dejado el café, el tabaco y hago tan poco el amor que ya no se le puede llamar vicio. Espero estar divina hasta los cien años.(Esperanza Roy quiere ser buena para que la amen y sabia para que no le importe perder. Cree que cuando se está en la cresta no se goza mucho: «Aviones, hoteles, memorizar, estudiar, y poco tiempo para la persona que amas. Ahora estoy más relajada». Sabe, eso sí, que la felicidad es un pájaro de alas cortas).Un embarazo sorpresaEn 1974 Javier Aguirre filmó «El insólito embarazo de los Martínez», una delirante comedia protagonizada por José Sazatornil y Esperanza Roy. En la cinta, Saza interpreta a Federico, que desde que se casó con Laura (Roy) no ha dejado de soñar con la idea de convertirse en padre. Durante un tiempo, la feliz pareja hace todo lo posible para que el acontecimiento se produzca, pero el deseado embarazo no llega. Entonces la obsesión se apodera de Federico de tal modo que, después de tanto empeño, el embarazo llega, pero no como ellos esperaban. Los médicos se suceden y el diagnóstico es inamovible, Federico está embarazado de siete meses y la cigüeña está a punto de llegar. Laura está estupefacta. Los preparativos empiezan, y Laura tiene que cuidar del futuro padre, de sus antojos y dolores; en definitiva, el mundo al revés. Todas estas circunstancias, propias de un embarazo, darán un gran juego cómico que desencadenará un gag tras otro, para concluir con un final muy lógico, después de tanta locura. La película, que recaudó en España más de 24 millones de pesetas, se rodó en Madrid, Córdoba y Granada y contó con un gran elenco de actores, entre ellos, Mari Carmen Prendes, Mirta Miller, Laly Soldevilla, Ricardo Tundidor, Álvaro de Luna, Enrique Closas y los geniales cómicos Tip y Coll.