Cádiz

Una celebración de lo que nos une

El Príncipe Felipe pidió superar los «desencuentros» entre los españoles «en el marco de nuestro Estado de Derecho que tantos sacrificios nos ha costado alcanzar». «Desde el año 1978 millones de españoles hemos sido educados en libertad y democracia y hemos aprendido a expresar nuestras opiniones y a escuchar y valorar ideas distintas a las nuestras dentro de ese marco», añadió. > Iker y Xavi: «Era una obligación llevarnos bien»> Philip Roth, por una literatura sin fronteras> Nussbaum: «La economía precisa de filosofía para ser sensible a las personas»> Entre pitos y gaitas> Un mensaje oportuno; por Carmen Enríquez

Don Felipe entrega el Premio a Xavi Hernández en presencia de Iker Casillas
Don Felipe entrega el Premio a Xavi Hernández en presencia de Iker Casillaslarazon

Las recientes cifras del paro, las protestas contra los recortes y un cielo obcecadamente encapotado entristecieron ayer la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Don Felipe llegó puntual al Campoamor después de atravesar unas calles con escaso público y sin la alegría de ediciones anteriores. La actualidad acumula problemas y, ayer, con el anuncio de que uno de cada cuatro españoles en edad activa carece de trabajo, toda la atención estaba volcada en su discurso. Defendió la unidad de los españoles, y apeló a los éxitos conseguidos para encarar con esperanza el futuro. «Afrontar las adversidades requiere también un compromiso de todos; un espíritu de colaboración compartido. Sabemos que el pesimismo, la resignación o el desaliento no nos acercan a la solución; y sé que no es nada fácil para muchos ciudadanos mantener alto el ánimo», señaló, incluyendo en estas palabras lo que puede entenderse como una referencia hacia los que atraviesan complejas situaciones económicas. Para salvaguardar la unidad y entenderla como patrimonio común y baluarte ante los desafíos, apeló a nuestra Historia. «En el año en el que España celebra el bicentenario de la Constitución de Cádiz, el primer texto constitucional con el que se inicia el tránsito a la modernidad en nuestro país, la lección de patriotismo de sus artífices, españoles de ambos hemisferios, y el ejemplo de superación del pueblo español en aquel trance histórico son, asimismo, una gratificante fuente de inspiración para todos».

Sin barreras insalvables
Los premiados de esta edición representan, de hecho, un ejemplo de solidaridad, unión y trabajo en común para salvar las diferencias y poner de relieve lo cercano que está el «otro» y que no existen barreras insalvables. La Cruz Roja y la Media Luna Roja, la puesta en común de Richard Lerner y Gregory Winter para paliar el sufrimiento de los enfermos, la Federación Española de Bancos de Alimentos, que proporciona productos básicos a las familias desasistidas, y la amistad de Casillas y Xavi, cuya fortaleza prevalece sobre cualquier color, defienden esta idea. «Todos conocemos muy bien el valor de la convivencia. Desde el año 1978, millones de españoles hemos sido educados en libertad y democracia; hemos aprendido a expresar nuestras opiniones y a escuchar y valorar ideas distintas a las nuestras; también a resolver nuestras diferencias respetando las leyes en el marco de nuestro Estado de Derecho, que tantos sacrificios nos ha costado alcanzar». Don Felipe abogó por recordar la herencia política que hemos recibido y conminó a respetarla. «A lo largo de estos años de democracia, todos juntos, hemos acumulado un patrimonio extraordinario de libertad, de respeto y de civismo, como nunca antes en nuestra Historia, que debemos cuidar, proteger y acrecentar y perfeccionar».

Las diversas fuerzas centrífugas y las desalentadoras perspectivas que se han activado recientemente fueron respondidas por el Príncipe de Asturias, que apostó por un proyecto común para todos los españoles. «Hemos de seguir construyendo nuestro futuro paso a paso; con un pie firme en el presente y con una decidida voluntad de superar los desencuentros; preservando los afectos y manteniendo vivas las emociones y los sentimientos que compartimos, forjados a través de nuestra larga historia común. Un futuro basado en el respeto y la confianza mutua entre todos los españoles y en el que podamos trabajar cada uno con su propia personalidad y con espíritu constructivo en una empresa común, en un mismo proyecto de convivencia».

No quiso acabar su discurso sin una alusión a los políticos, cuya estima entre la población no pasa por su mejor momento, y les subrayó cuál debe ser su papel: «Nuestros representantes políticos tienen legítimamente la gran tarea de encauzar y dar respuesta a los graves problemas que vivimos, especialmente a los derivados de la crisis económica. No cabe mayor exigencia de compromiso y responsabilidad de los poderes públicos ante los ciudadanos. Los sacrificios que están haciendo tantos españoles, la grave preocupación e incertidumbre de otros muchos por su futuro, acentúan aún más ese deber de todas las instituciones del Estado de servir a los ciudadanos, atendiendo en todo momentos sus intereses generales».

El siglo del humanismo renovado
El Príncipe de Asturias recordó ayer unas preguntas formulada por Thomas Eliot: «¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en la información?». Unas cuestiones que mencionó al recordar la contribución de Martha Nussbaum a la filosofía y que podrían también utilizarse cuando mencionó al final de su discurso la necesidad de volver a un «humanismo renovado»: «Los españoles tenemos ante nosotros nuevos objetivos en los que trabajar unidos para llevar a España por el camino del siglo XXI, que será más que nunca, el siglo del conocimiento, la ciencia y las nuevas tecnologías; de la innovación, la comunicación y la creatividad; también el siglo de un humanismo renovado». Un mensaje que invita a ser optimista en unos años de muchas nieblas. Acento en el que Don Felipe hizo hincapié cuando afirmó que tiene «plena confianza en nuestro futuro» y al señalar que «aun cuando nuestra preocupación prioritaria sea la crisis económica y cómo salir de ella, no debemos dejar de pensar también en la España que queremos en este siglo XXI».