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Cibeles fue atlética por Ángel del Río

La Razón
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Los rojiblancos preguntaron ayer a Neptuno ¿por qué es del Atleti? Y el hombre de tridente les respondió: «No me quedaba otra». Y es que no siempre los colchoneros han acudido a este punto para festejar los triunfos. Durante la década de los años sesenta, los seguidores atléticos celebraban los éxitos de su equipo en la sede social del mismo, que estaba muy cerca de Cibeles, en la calle del Barquillo. Poco años más tarde, la euforia atlética se desataba por varios puntos de la capital, y de forma esporádica, lo hicieron en varias ocasiones en la plaza de Cibeles, a los pies de la fuente que gobierna la diosa frigia. Por lo tanto, antes que blanca fue rojiblanca.

Cuando en 1986 Emilio Butragüeño marcó cuatro goles a Dinamarca, en el Mundial de México, los aficionados de la roja, y especialmente los madridistas, se concentraron en Cibeles para mostrar su alborozo. Desde ese momento, el Real Madrid, sus seguidores, se «apropiaron» de este punto como lugar de cita para sus celebraciones deportivas. Con el ánimo de no coincidir, los atléticos quisieron trasladarse a la glorieta de Atocha como nuevo enclave de festejos, pero el Rayo Vallecano ya la había tomado como suya, por lo que finalmente decidieron que fuera Neptuno el punto de la euforia. La primera vez que la afición rojiblanca acudió a este emplazamiento para celebrar un título, fue en 1991, cuando ganó la Copa del Rey. Desde entonces, no ha dejado de hacerlo cada vez que el «Pupas» le ha dado una alegría, incluso cuando Jesús Gil decidió celebrar el doblete de la temporada 1996 con un desfile de elefantes y dromedarios.

Lo único que Neptuno ha pedido siempre a los suyos, es que se comporten de forma cívica, aunque no siempre lo ha conseguido, porque en estos tumultos suelen colarse desalmados que nada tienen que ver con los colores de un club. Neptuno no quiere que le pase como a su compañera y vecina Cibeles, que tras una celebración blanca un desaprensivo le mutiló un brazo y se lo llevó para abandonarlo finalmente en una papelera.