Pontevedra
Un hombre de Estado por Arsenio Fernández de Mesa
No es fácil resumir en pocas líneas la labor del Mariano Rajoy a lo largo de sus muchos años de dedicación a la vida política, es decir, de su vida dedicada al servicio público
Además de haber nacido el mismo año y de haber comenzado en política prácticamente en la misma época, después de 20 años trabajando codo a codo con el presidente del Partido Popular, desde que tras el congreso de la Refundación del partido nos incorporáramos a la Dirección Nacional del Partido, él como vicesecretario general de Organización y yo, en su equipo, como coordinador territorial dentro de la Secretaría de Organización, si hay algo que puedo afirmar sin temor a equivocarme es que Mariano Rajoy es un hombre afable, exigente y, sobre todo, con las ideas muy claras, con unos objetivos muy claros y que, hasta conseguirlos, no ceja en su empeño; por eso nos encontramos ante una persona que, fiel a sus principios éticos y morales y de fuertes convicciones, es claramente previsible y, en absoluto, partidario de grandes bandazos, ni en su vida ni en sus planteamientos políticos. Como el «orballo gallego», prefiere que sus planteamientos, posiciones y medidas vayan calando, vayan empapando el pensamiento político de quienes le rodean, antes de imponer cualquier decisión por la vía del ordeno y mando.
Desde principios de los noventa en que se incorporó a la Dirección Nacional, Mariano Rajoy ha sido vicesecretario general del partido en una etapa ilusionante: la que nos conduciría a obtener, por primera vez en democracia, la victoria sobre el socialismo de Felipe González en 1996. Mariano Rajoy formó parte de aquel equipo de lujo encabezado por José María Aznar. En aquella etapa, importantísima, se renovó verdaderamente el partido, se renovaron sus estructuras territoriales y se preparó la llegada del Gobierno de 1996, que transformó a una España claudicante y marcada por los escándalos diarios de corrupción y del mal uso y abuso de las instituciones, en una España reconocida internacionalmente y de la que se hablaba con respeto porque se había conseguido el «milagro español». Mariano Rajoy fue pieza clave de aquellos gobiernos. Después de ocupar diferentes carteras ministeriales, en uno de los gobiernos más sólidos de la historia democrática, sino el más sólido, ocupó la vicepresidencia del Gobierno antes de ser candidato del Partido Popular. Pero, Mariano Rajoy ya había sido «cocinero antes que fraile». Había sido concejal del ayuntamiento de Pontevedra y presidente de la Diputación Provincial, diputado autonómico, director general de la Xunta de Galicia y vicepresidente de Fernández Albor. Por lo tanto nos encontramos ante una persona que, conocedora de todos los escalones de la administración pública española es, a su vez, conocedora en profundidad de los problemas de los ciudadanos y de cómo afrontarlos. Si a ello añadimos su formación profesional, abogado y el registrador de la Propiedad más joven de España y número uno de su promoción, nos encontramos, sin ninguna duda, ante el político mejor preparado en España para afrontar los grandes retos que tenemos por la proa, agravados por la lamentable situación en la que deja nuestro país la indolencia de los gobiernos de Zapatero de los que, sin duda, es corresponsable el candidato Rubalcaba.
Por todo ello me atrevo a afirmar que estamos ante un «HOMBRE DE ESTADO», con mayúsculas, que tolerante y dialogante donde los haya, eficaz y predecible, es el único capaz de poner en orden las cuestiones domésticas, volver al equilibrio mental para no despilfarrar el dinero de los impuestos de todos los españoles y no gastar más de lo que ingrese, recuperar la línea de la sensatez y conseguir que España vuelva a ser respetada y considerada en todos los foros internacionales y en nuestras relaciones bilaterales, precisamente, por ser fiable y de palabra. La apuesta por Mariano Rajoy es ganadora. Mariano Rajoy cuenta con Manuel Fraga, fundador de nuestro partido, cuenta con José María Aznar, el mejor presidente que ha tenido España en nuestra historia reciente y con todos los líderes que han hecho del PP el partido con más militancia de España y la única opción para derrotar a un socialismo ramplón y marrullero. Mariano Rajoy no dará un salto al pasado para avergonzarse de su etapa precedente. Otros necesitan esconder al «saliente» y tirar del «cesante» para borrar las huellas más recientes.
Mariano Rajoy tiene una estela clara y transparente y, por ello, podemos estar seguros de que a España, por la proa, le espera mar gruesa y vientos fuertes; pero con el mejor timonel para sortear los problemas y consolidar nuestro futuro. El futuro de España pasa, inexorablemente, por un cambio de gobierno; el futuro de España pasa, inexorablemente, por Mariano Rajoy.
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