Cargando...

Champions League

De la maldición a los olés

Marcelo hizo ayer lo que la mayoría de las veces corresponde a Cristiano. Con «CR7» a medio gas por culpa de su última lesión, fue el brasileño el que acercó los cuartos de final al Bernabéu.

Marcelo, con una camiseta de apoyo a Abidal larazon

Con una jugada personal llena de calidad, como si fuera el más talentoso mediapunta, el lateral acabó con los complejos y la psicosis de octavos, que ya duraba siete temporadas. Xabi Alonso le ayudó a robar un balón en el centro del campo, y después fue Ronaldo el que le lanzó con una pared perfecta. La defensa francesa se quedó petrificada, mientras Marcelo imaginaba lo que iba a hacer cuando se quedase solo delante de Lloris. Le quedó el balón a la pierna derecha y todo el Bernabéu sabía que iba a recortar una vez más. Lovren no debía de haber leído el informe sobre el rival, y se lanzó a al suelo a tapar el remate como si fuera lo último que iba a hacer en este mundo. Casi con el defensa todavía resbalando por el césped, Marcelo ya estaba celebrando el paso más difícil para el Madrid ayer.

El brasileño hizo el trabajo de Cristiano, que llegó al partido muy justo físicamente. A pesar de sus molestias, jugó y lanzó cinco veces a puerta, aunque no estuvo tan agresivo como otras veces en el desborde. Con menos energía, se convirtió en un elemento más para el juego en equipo y se asoció más que en varios partidos anteriores juntos. Buscó a Benzema en profundidad un par de veces y a la tercera encontró a Marcelo en la pared de la que nació el primer gol. Desde el calentamiento se le vio con alguna marcha menos en lo que se refería al músculo, aunque lanzó la primera falta con la rabia de costumbre.

Que no estaba bien del todo lo demuestra que fue el elegido para la primera sustitución, algo impensable en condiciones normales, aunque Mourinho, además de en la pierna izquierda de su estrella, también estaba pensando en protegerle de una amarilla que le hubiera dejado fuera de la ida de cuartos. «El fútbol es como la vida, ha que vivir el momento y había que poner a Cristiano porque no sabíamos si después iba a haber cuartos para nosotros», se justificó después el técnico.

El brasileño puso la alegría en el campo. Más tenso estuvo su amigo Pepe, que se ganó una amarilla muy temprano por frenar un contraataque de Gourcuff y que, después, se pasó el partido haciendo méritos para ver la segunda. Lisandro y Cissokho fueron sus víctimas favoritas.