Islamabad
Trini y Asia
La ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, ha colocado ya a todos sus amigos para asegurarles un buen porvenir. Trabajo cumplido. Falta que alguien le coloque a ella, pero en ese aspecto Trinidad Jiménez no ha tenido nunca problemas. Le restan dos semanas de ministra y un par de meses de cartera en funciones, y se desprende de su actividad, nada frenética por cierto, un dulce pacto con la melancolía. En los despachos y pasillos, sobre todo en estos últimos, del Ministerio de Asuntos Exteriores, se brinda a escondidas para celebrar el fin de la sonriente pesadilla. ¿A qué se va a dedicar Trinidad Jiménez mientras acomete la rampa final de su descenso?
Podría hacer una gestión muy importante. Le sobra tiempo. La gestión se llama Asia Bibi, que lleva un año en Pakistán esperando que su cita con la horca se lleve a cabo, olvidada por el mundo libre y condenada por una justicia emponzoñada de fanatismo religioso. Las feministas profesionales españolas no han movido un dedo en defensa de una mujer sentenciada a morir en la horca por una sospechosa denuncia de haber blasfemado contra Mahoma. Menos mal que los islamistas no conocieron a quien, Jaime Campmany, consideraba el más bruto de su clase en el colegio de Murcia. Era hijo de un poderoso terrateniente, y muy poco aficionado al estudio. Pero el maestro le trataba con especial consideración. Así, que en el examen oral del final de curso, delante del resto de la clase, le preguntó: –¿Quién descubrió América?–; al alumno se le iluminó la expresión. –Esa sí la sé. Fue «la Mahoma»–. El maestro, compungido, se dirigió al niño. –¿Es usted capaz de decir una barbaridad más grande?–; y el niño no titubeó: –sí; que me cago en sus muertos–. Y no suspendió.
Trinidad es muy partidaria de la Alianza de Civilizaciones, y haría bien en viajar a la civilización aliada de Pakistán con el fin de conseguir el indulto o la libertad de Asia Bibi. El gobernador de Punjab le mostró su apoyo. Fue asesinado por su guardaespaldas. Y el ministro de Minorías, el católico Shahbaz Bahtti, que siempre defendió la inocencia de Asia Bibi, recibió 23 disparos en Islamabad. Inconvenientes de la civilización. Semanas antes del amable crimen del ministro, un civilizado imán ofreció 6.000 euros por la cabeza de Asia Bibi si ésta era perdonada y salía de la prisión. Es decir, que se reúnen en el caso de la cristiana paquistaní todas las circunstancias que requieren una urgente gestión de la Alianza de Civilizaciones, que creo recordar ha presidido o aún preside, Federico Mayor Zaragoza, el del grupo musical «Ojalá».
A Trinidad nada le queda por hacer en Exteriores. Pero viajar en nombre del Gobierno de España que preside el creador de la Alianza de Civilizaciones, podría ser muy beneficioso para una inocente que va a ser ejecutada por un sistema animal. Y si se hiciera acompañar por un grupo selecto de feministas de izquierdas, mejor que mejor, para que se enteraran de algo de una puñetera vez. No pasaría Trinidad, por ello, al libro de oro de la diplomacia, pero dejaría un buen recuerdo y salvaría la vida de una mujer que no ha hecho nada para morir. Asia Bibi merece, como poco, el mismo cariño y afecto que ha dispensado nuestra ministra al asesino que preside Siria, con el que ha tenido una paciencia rayana en la santidad.
Viajar al siglo XI, tiene además, un alto interés turístico.
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