Historia

Cuenca

Así son nuestras fiestas vistas por un extranjero

Carreras delante de una manada de toros, guerras de tomates, fuegos artificiales y estrafalarios desfiles definen algunas de las fiestas más tradicionales que se viven en toda España. Incorporadas a la cultura del país desde tiempos inmemoriales, los ojos de los extranjeros que se topan con este folclore los retratan con todo su asombro. 

La cabra de Manganeses, en pleno vuelo
La cabra de Manganeses, en pleno vuelolarazon

«Hay mucho para elegir cuando se trata de festivales chiflados en España. Sólo asegúrese de traer su sentido del humor y, tal vez, algunos medicamentos muy fuertes».Lo que para los españoles supone ver unas charangas, el entierro de una sardina, miles de jóvenes corriendo delante de toros de lidia o una cabra volando desde un campanario, estampas bien conocidas y tradicionales, a los ojos de un extranjero no dejan de componer una imagen de una cultura rica o estrafalaria, pero simempre asombrosa. Escritores como Hemingway o Karel Capek se toparon con una tradición que no les dejó indiferentes y que, aunque con tintes políticos, quedó resumida en el famoso eslogan acuñado en los años 60: «Spain is different».«Si me preguntan qué haría si me tocara la lotería... Bueno, desde que me enteré de que algunos de los festivales más chiflados se celebran en España, ya no tengo dudas: iría a esperar el primer avión que saliera hacia allí...», declara totalmente convencida la redactora Stephanie Hicks, de Oregon, en la sección de «Viajes» de la web «Peachy Green».La abogada y escritora estadounidense relata desde su perspectiva eventos tan originales como la «tomatina» del pueblo valenciano de Buñol. «¿A quién no le gusta una guerra de comida? La mayoría de los participantes ha estado bebiendo desde la noche anterior, ¡así que todo vale! Una manera real de sumergirse en la cultura española local…», escribe acerca de la «batalla». San Fermín y la cabra de ManganesesLos encierros durante las fiestas de San Fermín son uno de los acontecimientos más conocidos internacionalmente y en el que cada año participan más extranjeros. Uno de los pioneros fue el escritor norteamericano Ernest Hemingway, que los inmortalizó en su novela «Fiesta» ya en 1926.«Los organizadores del evento dicen que el encierro es "totalmente seguro", pero hay un montón de historias de espectadores siendo pisoteados por la multitud o corneados por una docena de criaturas enormes», dice Hicks en su reportaje. Fuera de los festejos veraniegos hay otras tradiciones polémicas, como el lanzamiento de una cabra desde un campanario en Manganeses de la Polvorosa, que no quedan en el olvido en los ojos de los extranjeros. Al pairo de la opinión de los ecologistas, Hicks se pregunta en tono frívolo: «¿Quién sabía que lanzar una cabra desde una torre de la iglesia podía ser tan divertido?».Aunque los defensores de la fiesta afirmaban que la cabra caía sobre una lona y no sufría daño, la polémica que despertó el tema en los medios de comunicación hizo que el alcalde prohibiera la fiesta en 2002, si bien ya desde dos años antes se lanza una cabra de cartón piedra.Hombres y caballosEn Galicia, la «Rapa das bestas» comienza con la captura de decenas de caballos salvajes de los campos cercanos. Los animales son acorralados y, a continuación, se emprende una suerte de lucha libre para derribar a los animales usando sólo las manos. No hay cuerdas ni látigos, y cuando caen al suelo, se les cortan las crines y las colas y se sueltan de nuevo para que vuelvan al campo libremente. «La lucha libre contra un caballo es sin duda es una tradición absurda, y muchos activistas de los derechos animales han pedido que se ponga fin al festival, a pesar de las afirmaciones de que no se trate de crueldad hacia los animales o la muerte», escribe Hicks. «Trajes de locos» Sobre la celebración de «La Endiablada», la periodista sugiere que «no hay nada como unos trajes de locos, gente corriendo por las calles y bailando alrededor del repique de cencerros para pasar un rato realmente bueno». Esta tradición inmemorial celebrada en Almonacid del Marquesado, provincia de Cuenca, reúne a unos 130 «diablos» ataviados con trajes de llamativos colores y grandes cencerros colgados a la espalda. Tras verla, Hicks concluye: «¿No te parece que Satanás estaría empezando a hacerse popular? O tal vez él está ocupado tirando cabras, luchando con caballos o huyendo de los toros...».