Nueva York

El mayor intercambio de espías desde el fin de la Guerra Fría

Un total de 14 agentes son deportados y liberados para evitar un juicio incómodo para ambas naciones 

Bosquejo de los «peligrosos» espías rusos durante la vista en la que se declararon culpables
Bosquejo de los «peligrosos» espías rusos durante la vista en la que se declararon culpableslarazon

Barack Obama dio luz verde el pasado jueves desde Las Vegas a una de las mayores operaciones públicas de intercambio de espías de los últimos 25 años, entre EE UU y Rusia.

Horas después, Viena añadió una línea más a su trayectoria como lugar emblemático de tratados para reducir las tensiones entre Moscú y Washington. Fue entonces cuando dos aviones, un Boeing 767-200 que salió de Nueva York y un Yak-42 procedente de la capital rusa, llegaron a la ciudad austriaca con sólo una diferencia de varios minutos.

 

Una vez que ambos habían aterrizado, se colocaron uno delante del otro y se procedió al intercambio utilizando un autobús: cuatro rusos –acusados de espiar para Occidente y que llevaban años en prisión en Rusia– por diez agentes –descubiertos por el FBI a finales de junio, sospechosos de pasar información a Moscú–. Faltaba un individuo, sospechoso de colaborar con los rusos, al que se le perdió la pista hace días en Chipre.

Cinco de los sospechosos de trabajar para Moscú han revelado ya sus nombres reales en un tribunal de Manhattan en los últimos días. Todos, a excepción de la periodista peruana Vicky Peláez, han admitido que son ciudadanos rusos. La pareja conocida con las identidades de Richard y Cynthia Murphy son en realidad Vladimir y Lydia Guryev. Donald Howard Heathfield es Andrey Bezrukov. Tracey Lee Ann Foley, Elena Vavilova y Juan Lázaro, Mikhail Anatonoljevich Vasemkov.

Mientras, en el avión que salió de Moscú, viajaban el científico Igor Sutyagin, acusado de espiar para Occidente –lo cual niega–, el ex oficial de inteligencia rusa Alexander Zaporozhsky, el también oficial retirado de inteligencia Sergei Skripaly y Gennady Vasilenko, cuyas actividades constutiyen todavía un misterio.

 

Otra de las incógnitas también reside en averiguar cómo Washington y Moscú, a cuyas relaciones preceden años de tensiones, se han puesto de acuerdo de forma tan rápida en esta operación, hecha además de forma pública.

Una vez concluido el intercambio, los dos aparatos levantaron el vuelo y abandonaron el lugar. Todo se hizo en menos de hora y media.

El avión Yak-42 del Ministerio de Emergencias ruso puso rumbo a Moscú. Mientras, en el Boeing 767-200 color granate y blanco que había traído a esos diez agentes que vivían en Estados Unidos, se subieron las cuatro personas retenidas por Moscú. Este avión aterrizó en la base aérea del sur de Inglaterra de RAF Brize Norton. Allí, se bajaron dos personas. Y, después, puso rumbo a EE UU.