Feria de Bilbao
El espejismo de Madrid
Las Ventas (Madrid). Tercera de la Feria del Aniversario. Se lidiaron toros de Javier Pérez-Tabernero y un sobrero (6º) de Valdefresno, bien presentados, manejables en general. Media entrada. Antonio Ferrera, de blanco y oro, media estocada, descabello (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio). Sergio Aguilar, de burdeos y oro, estocada (saludos); pinchazo, aviso, estocada baja (silencio).Rubén Pinar, de berenjena y oro, estocada (oreja); pinchazo, estocada, aviso (saludos).
Madrid es en estos días un espejismo. Un esbozo de lo que suele ser. Ni plaza llena de San Isidro ni semivacía de verano. Ni legión de extranjeros ni aplomo de afición. Un caso raro que no acaba de cuajar. Y en ese rumbo sin norte definido se desarrolló ayer la tercera de la Feria del Aniversario con un trofeo que paseó Rubén Pinar. El final de faena fue de oro: la espada cayó arriba, en la yema, en lo alto del morrillo y la ejecución tuvo toda la verdad porque el torero de Albacete se tiró sin remilgos y eso hay que cantarlo sí o sí. Otra cosa fue la faena a un toro con buen fondo y calidad de Javier Pérez Tabernero. Que el ganadero echó un encierro con cierta calidad y justo de fuerza, también. El tercer toro, el del trofeo, tenía un pitón zurdo para bordarlo y Pinar se centró con el toro en algunos naturales, mucho más ajustado con el animal que en otras tardes. Lo bueno se mezcló con lo regular, a una buena tanda le siguió otra menos entonado y a la siguiente, mucho mejor. Con la diestra, el toro pedía más y no encontraba la largura de viaje que quería. Cuando retomó a la izquierda, cortaba Pinar de uno en uno buscando, ¿quizá la colocación? en vez de ligar, crujir, rematar aquello. Un final efectista y la estocada hizo que cayera una oreja. La suerte final fue de ley, la faena menor para estar en Madrid. En el último se las vio con un sobrero del hierro de Valdefresno, que se movió pero no acabó de rematar el viaje. La faena fue larguísima. Abundancia y calidad no se dan la mano, está claro. La voluntad esta vez no encontró eco en los tendidos.
Sergio Aguilar firmó una actuación seria, como es él, sin aspavientos, ni trasteo de pueblo. Pero a veces, y más en días enrarecidos, eso pasa factura. Ante el segundo le costó cogerle el aire a la embestida del toro, que le faltaba clase y fue de menos a más. La última tanda y las manoletinas tuvieron su aquel. Se fue largo con el quinto en una faena de torero centrado, queriendo hacer las cosas bien a un toro que duró poco, apagado y negando así la posibilidad de salir de Madrid con mejores cartas.
El extremeño Antonio Ferrera pasó discreto con un primer toro que se dejó hacer, manejable, sin ponerle en aprietos. Se lució más con las banderillas en el cuarto, pero no destacó ante la justeza de fuerzas del toro, pero que tenía calidad en ese viaje lento y claro.
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