Londres

Cabedo otra víctima por Julián García Candau

La Razón
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La carretera que une Almedijar con Aín, en la que murió el ciclista Víctor Cabedo, es una indecencia, una vía impropia del siglo XXI, un camino tortuoso mal asfaltado y sin señalización en la mayoría de los kilómetros. Pasé por ella tres días antes. En Almedijar hay una quesería magnífica y en Aín y toda la sierra de Espadán, uno de los mejores aceites del mundo y paisajes en los que solazarse. Cometí el error de circular por tal vía y no me sorprendió que un automóvil le cortara la vida a Cabedo. Era la gran esperanza castellonense, que había celebrado el diploma olímpico del villarrealense Sebastián Mora en Londres. Víctor era la ilusión de quienes soñaban con volver a contar con campeones como José Pérez, el campeonísimo Juan Bautista Llorens, siete veces triunfador en fondo, velocidad y tras moto, las hazañas de Joaquín Olmos, los esprints de Vicente Iturat y el título nacional de Eduardo Castelló. Víctor ya había corrido en el Giro y ganado alguna etapa en rondas nacionales. Era el futuro ciclista de Castellón e iba a foguearse en el próximo Tour.
En Onda existe un club modélico que crea cantera. De allí surgió Víctor. Fue a encontrar la muerte en una ruta en la que difícilmente se pueden cruzar dos automóviles, con curvas cerradísimas y falta de visibilidad. Un coche de alta gama le segó la vida. Víctor iba a correr en el Giro de Lombardía. Vicente Mata, otra joven promesa castellonense, también cayó en la carretera.
Posdata. Víctor es otra víctima de la indefensión de los ciclistas en las carreteras.