Francfort
Ofensiva exterior acertada
Muy al contrario de lo que pudiera parecer, a tenor del vapuleo que estamos recibiendo por parte de los llamados mercados financieros, el Gobierno de Mariano Rajoy pelea en todos los frentes para enderezar una situación que, como reconocía ayer acertadamente el jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, no se corresponde con la verdadera realidad de nuestra economía, mucho más sólida y con un nivel de endeudamiento menor que la media europea, que lo reflejado por el diferencial de la prima de riesgo. Uno de esos frentes es, por supuesto, el exterior, donde sigue instalada una indeseable sensación de desconfianza hacia España, que en no poca medida responde a intereses económicos incompatibles con la lealtad que se supone a quienes forman parte de un proyecto conjunto e ilusionante como es la Unión Europea.
En este sentido, hay que destacar los encuentros mantenidos por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, este pasado fin de semana con sus colegas del «Grupo de Berlín»; la entrevista que va a mantener hoy en Fráncfort el ministro de Economía, Luis de Guindos, con el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schauble, y la próxima reunión que celebrarán el propio jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y el primer ministro italiano, Mario Monti. Esta actividad se complementa con la labor, más callada, que se está llevando a cabo desde la Oficina Económica de Moncloa, que dirige Álvaro Nadal, que ha intensificado sus contactos con los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Alemania.
La tarea que tenemos en el exterior no es sólo explicar el proceso de reformas puesto en marcha para reconducir la situación financiera y ajustar un aparato público sobredimensionado, sino, y más importante, la de desmontar la argumentación instalada en algunas cancillerías de que el Banco Central Europeo debe mantenerse al margen, como mero espectador, de los ataques financieros a España e Italia, como si la defensa del euro, que es lo que en definitiva está en juego, no fuera de su incumbencia. Esa actitud, ardientemente defendida por el presidente del BCE, Mario Draghi, y, en cierto modo, respaldada por el comisario Joaquín Almunia, que insiste en que acudamos al fondo de rescate para que intervenga en los mercados de deuda, es suicida. Porque si se quiere trasladar a los especuladores de ventaja el mensaje de que el euro está aquí para quedarse, es imprescindible una acción enérgica y decidida del BCE. En esa labor de convencimiento está inmerso el Gobierno. Convendría que el resto de las formaciones políticas españolas empujaran en la misma dirección.
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