Venezuela

Dudamel el gran comunicador por Gonzalo ALONSO

Extraordinario Juventudes MusicalesObras de Beethoven y Strauss. Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Gustavo Dudamel, director. Auditorio. Madrid, 2 -VII-2012.

La Razón
La RazónLa Razón

Juventudes Musicales se ha apuntado un tanto con su concierto extraordinario de cierre de temporada protagonizado por Dudamel y la orquesta Simón Bolívar, creada por Abreu dentro de su programa «El Sistema». Dudamel (Venezuela, 1981) es un director integrado en nuestros días, en los que la comunicación es poder fundamental. Es, ante todo, un gran comunicador. Lo demostró en las tres propinas concedidas tras un programa que, como reconoció, no se prestaba a tocar nada más. Pero lo hizo. El público le pidió «Mambo» y lo obtuvo. Es pieza que ya ha quedado en su currículum, en la que no sólo la música es espectáculo, también los músicos al hacer bailar sus instrumentos. Y consiguió más, que el público corease «Alma llanera». Pocas veces se han escuchado aclamaciones mayores en el Auditorio, y las tres partituras tuvieron una lectura de fuerza asombrosa.

Las cosas fueron antes diferentes. La «Heroica» beethoveniana está escrita para maderas a dos que transformó en a cuatro, es decir, que duplicó la plantilla. Aquí se plantea si es mejor que una orquesta de muchos suene como una de pocos o que unos pocos suenen co- mo muchos. Dudamel tiene clara su opción y esta monumentalidad le aporta una espectacularidad que deja en segundo plano las carencias de tensión. La «Tercera» sonó potente y hasta empastada, pero el discurso poseía menos fuerza que aquella que aportan los grandes maestros de la batuta con menos medios. Las dimensiones mastodónticas sí que las consideró Strauss en «Sinfonía Alpina», pero ni siquiera ese enorme número de profesores le bastó al venezolano, que aún lo amplió. ¿Qué es más difícil, dirigir lo aparentemente sencillo o lo monumental? ¿La «Cuarenta» de Mozart o la «Octava» de Mahler? Las obras del tipo de esta última, como «Alpina», precisan gran control y Dudamel lo tiene. Incluso hubo detalles que parecían nuevos. Ofreció una muy buena versión, pero sin alcanzar las cotas de un Kempe. Concluyó en plena pose, parando los aplausos más de lo debido. Ama las exageraciones, pero comunica y eso importa mucho hoy.