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Lorca viaje al centro de la primera grieta

El pasado miércoles, un terremoto 5,1 escala Richter asoló Lorca dejando a su paso nuevo muertos y miles de vidas sin hogar. Con la tierra aparentemente en calma y la sociedad lorquina tratando de reorganizarse, es el turno del Instituto Geográfico Nacional. Como si de un equipo de forenses se tratara, viajó el viernes desde Madrid para analizar y ubicar el origen del movimiento sísmico y la dirección de las ondas.

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La posición ya la marcó el acelerógrafo, instrumento que registra la aceleración del terreno en función del tiempo, en la sierra de la Tercia, a un kilómetro y medio al sureste de Loca. Punto que se encuentra dentro de la falla de Alhama o de Lorca-Totana «una de las más activas de España», según señaló recientemente el presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, Luis Suárez. Esta placa se desplaza cuatro milímetros al año hacia el norte y es este movimiento el que crea las tensiones que producen los seísmos.

El terremoto al que ha dado origen se conoce como interplaca o falla activa de desgarre horizontal. «El terremoto precursor, de 4,5 en la escala Richter, a siete kilómetros de profundidad, seguramente provocó el segundo y principal de 5,1 a un kilómetro de profundidad y a dos kilómetros del municipio de Lorca, que ha rersultado más devastador», asegura Suárez. La falla de Lorca está muy próxima al límite de colisión entre las placas euroasiática y africana y su impacto ha dado lugar a la cordillera Bética.

Ahora es el turno del «software» humano de comprobar el origen del temblor. «Es un trabajo muy laborioso y exhaustivo», comenta el geólogo Miguel Ángel Rodríguez, miembro del equipo. «Consiste en estudiar los efectos geológicos recopilando datos sobre el terreno». Un elemento clave es el agua. «Hay que medir las variaciones termales». El terremoto lorquino ha sido de escasa profundidad, lo que explica que el agua de las balsas de agua de la sierra se haya calentado. Además de las caídas de roca que cercan el punto que señala el acelerógrafo. «Una vez recopilados los datos, ahora tenemos que estudiarlos para dar una respuesta exacta del origen del movimiento sísmico», señala Rodríguez.

Caída de tabiques
En el caso de que el medidor no fallara, la onda del terremoto se exandió por Lorca «como cuando tiras una piedra al agua y se van creando círculos alrededor».
Estas ondas no son exactas, ya que tropiezan con los edificios (lo que ha causado su derrumbamiento), que según indicó Suárez, «los problemas generados en los edificios se deben a la caida de tabiques y cornisas porque estructuralmente han aguantado bien».
 Aunque, según indica el geólogo, se prevé que haya tenido un movimiento nor-noreste, sur-sureste. Por este motivo, el equipo del Instituto Geográfico Nacional recorrió las calles del municipio, analizando el estado de los edificios antiguos, como el Castillo de Lorca. «Estudiamos los efectos en los edificios históricos, estas huellas nos sirven para aplicarlas en en deformaciones de otros monumentos».

Tiene su misión preventiva: verificar un anterior terremeto en una localidad determinada motivará que las ciudades tomen medidas para evitar posibles futuros desastres. Además, José Martínez, geólogo de la Complutense de Madrid reforzó la teoría de la superficialidad del terremoto al comprobar que los principales daños en la Colegiata de San Patricio se han producido en las plantas bajas. El viernes de madrugada Lorca sufrió una réplica que volvió a desatar los nervios de los habitantes lorquinos. Se registró en la parte alta de la ciudad. Aunque no provocó víctimas, los lorquinos temen que vuelva a producirse un terremoto con la misma intensidad que la del pasado miércoles. «No es lo normal», comenta el geólogo. «Incluso pueden producirse réplicas sin que la gente lo note».

Como durante la tarde de ayer. Una, a las siete. La siguiente, cuarenta minutos más tarde. La policía acordonó un tramo de la avenida principal, Jerónimo Santa Fe, en la que algunos pilares se mueven y podrían provocar una nueva jugada al municipio murciano. Hasta cuándo durarán. Es lo que quiere saber la gente para animarse o no a volver a sus casas. "Yo tengo la mía con el indicativo verde", comenta Luis, que ha reabierto su bar esta mañana. "Pero a mi mujer le da un síncope si volvemos". María Rosa todavía no se ha recuperado del susto. "Me saltaron los cristales en la cara", contiene las lágrimas por la presencia de su hija pequeña. "Llevo cinco años para pagar la hipoteca de la casa. Está en verde, pero ¿voy a tener que pasar por lo mismo? ¿No hay un modo de que algún científico lo sepa? Para eso estudian», se desahoga.

Tiempo incalculable
«Intentar saber eso es como preguntarle al médico cuándo se va a poner uno enfermo», dice Rodríguez. «Nadie con formación puede determinar eso». El geólogo explica que al producirse el movimiento en la falla, los dos bloques que se componen tienen que juntarse de nuevo, tiempo que es incalculable. Algunas se lo toman con sentido del humor. «Una forma es observar a los perros. Mi hija vive en el campo y me contó que empezaron a rascar la puerta de entrada antes de que se produjera el temblor», cuenta Tomi, una vecina. Otros no lo consideran una broma. «Mis sobrinos tienen unos perros rateros y me dijeron que les llamó la atención lo nerviosos que se pusieron minutos antes», asegura Ángel.