Cataluña
Daniel Veronese: «No me interesa el teatro histórico»
BARCELONA –Estrena el 19 de noviembre en Temporada Alta «Los hijos se han dormido», inspirada en «La Gaviota» de Chejov. ¿Cierra esta obra su serie de adaptaciones del dramaturgo ruso?
–Podemos decir que sí. Después de «Tres hermanas» y «Tío Vania», y ahora «La Gaviota», no creo que me interese seguir. Claro que me quedaría «El jardín de los cerezos», pero no encuentro que tenga que hacerlo. Además, «La gaviota» es mi obra favorita del escritor ruso, así que es una buena forma de acabar.
–¿Qué le interesa tanto de Chejov?
– Sus temas son los mismos que a mí me interesan, esos problemas a los que todos podemos mirar sin sentir ajenos. La idea del hombre frente la adversidad; la búsqueda desesperada de la felicidad; la búsqueda del amor siempre en los lugares equivocados. Cosas en apariencia sin importancia capaces de doblar la resistencia moral de los hombres.
–¿Qué queda de Chejov y qué de Daniel Veronese en sus adaptaciones?
– No sé cuál es mi parte y cual de Chejov. Me obligo a no remitirme al original, sino que las obras se van desarrollando a partir de una mirada, una idea de espacio escénico, que es lo único que tenso. Aquí mi interés recae en el individuo y su relación con el prójimo, y cómo la existencia se moldea a partir de aquí.
–¿De qué habla su «Los hijos se han dormido»?
–A partir de lo cotidiano, lo banal, lo mínimo podemos rescatar lo que bulle en la profundidad, cosas como la confusión, el aislamiento, la incomprensión. En ese contexto, la pregunta que nos hacemos es si existe una función benéfica y sanitaria en el arte, en intentar borrar esa confusión, aislamiento e incomprensión.
–Además de Chejov, también ha dado su visión de Ibsen en «El desarrollo de la civilización venidera», basada en «Casa de Muñecas». ¿Qué otros clásicos de la dramaturgia le gustaría hacer suyos?
– Llevo mucho tiempo pensando en hacer un Shakespeare, pero es difícil traerlo a mi mundo. La verdad es que no me interesa para nada el teatro histórico. Desde luego, no sería «Hamlet» o «Macbeth», que se han hecho de todas las formas. Me inclinaría más por «Ricardo III», pero de momento lo encuentro muy ajeno. Me obliga a versionar mucho y no me gusta, pero seguiré trabajando.
–Ahora triunfa por todo lo alto en el Teatre Romea con su versión de «¿Quién teme a Virginia Woolfe?», de Edward Albee. ¿Qué le interesó de esta obra?
–Me interesa Albee porque me interesan todos los dramaturgos con temas muy humanos y él es así. Observaba la mentalidad de los seres humanos como pocos y hacía cercano lo extraño que llevamos todos dentro. Es una obra que me inquieta e inquieta al espectador. Tiene una estructura muy clara, muy precisa y a partir de ahí empecé a trabajar, intentando hacerlo más dinámico.
–Con la obra se estrena con actores catalanes y en catalán. ¿Cómo ha sido la experiencia?
– A priori, creía que sería un problema, pero fue mucho más sencillo de lo que creía. Ni siquiera tuve tiempo de pensar en el español e intenté centrarme en los actores. Emma Vilarasau, Pere Arquillué y el resto del elenco me facilitaron mucho las cosas.
De Chejov a Shakespeare
El director argentino Daniel Veronese y su núcleo de actores se ha convertido en el último lustro en una de las grandes sorpresas del mundo del teatro. Sus versiones actualizadas de los clásicos de Chejov han marcado una época y gracias a su buen hacer ha popularizado el teatro argentino en España. Ahora triunfa en el Romea con su versión acelerada y dinámica de «¿Quién teme a Virginia Woolfe?», de Edward Albee y ha conseguido que nadie se acuerde de Elizabeth Taylor y Richard Burton, la pareja que popularizó la obra en su versión cinematográfica. Ahora regresa al Festival Temporada Alta, quien nos lo descubrió, con su última versión de Chejov, en este caso «La gaviota», con «Los hijos se han dormido».
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