Los Ángeles
«Uno de los nuestros» desde hace veinte años
La obra maestra de Scorsese sigue siendo fuente inagotable de inspiración para el cine y las series televisivas.
Con la mafia como telón de fondo para la exploración del alma humana, el cine ha alcanzado la categoría de arte con mayúscula. Y de los abismos que exploró Martin Scorsese en «Uno de los nuestros» surgió la cumbre del género, según sostienen muchas voces en el 20 aniversario de su estreno, por encima, incluso, de «El Padrino». En ella, la violencia adquiere otra dimensión, los criminales empiezan a mostrar sentimientos y la culpa se convierte en una razón por la que vivir o morir en las calles.
Basada en el libro de Nicholas Pileggi «Wiseguy», esta historia del hampa consiguió casi cincuenta millones de dólares en la taquilla y que los críticos se rindieran a Scorsese. Aunque de seis nominaciones al Oscar sólo se llevó estatuilla Joe Pesci como mejor secundario por su papel como el psicópata Tommy DeVito, lanzado a la violencia sin frenos, declamando, gruñendo, jurando. Con su incalificable actuación, Pesci roba el protagonismo al narrador y centro de la historia, Ray Liotta, un joven de barrio que presenta la historia: «Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, siempre quise ser un gángster», arranca la narración en primera persona. Es Henry Hill y acabará siendo el capo de uno de los grupos mafiosos de Brooklyn (Nueva York), un mafioso real que terminó convirtiéndose en confidente del FBI y que en la película aparece estrechando manos de otros reconocidos gángsters, como los que robaron en Air France en 1967 o los ladrones de Lufthansa en el aeropuerto JFK en 1978. «Quería empezar la película como un tiro y que fuera más rápido a partir de ahí, igual que un tráiler de dos horas y media. Es la única manera en la que puedes percibir el regocijo por ese estilo de vida y entender por qué a la gente le atrae», afirmó Scorsese cuando presentó la película en 1990.
Algunos han contado hasta 300 veces en todas sus variantes la palabra «fuck» («joder») a lo largo del metraje, la mitad por la boca de Pesci, que participa en secuencias memorables, como el reguero de muertos que deja el grupo de Hill mientras suena «Layla», de Derek & the Dominos, o el plano secuencia que sigue a Liotta y a Lorraine Bracco por los pasillos del Copacabana. Por no hablar del triste destino del protagonista, que se revela mientras escuchamos «My Way» de Frank Sinatra interpretada por Sid Vicious.
Scorsese siempre ha sentido fascinación con la mafia; así hizo después «Casino» e «Infiltrados» y ese será el ambiente de su estreno en la ficción para la televisión, «Boardwalk Empire», que se estrena en septiembre ambientada en los años 20, tiempos de la Ley Seca, que fueran tan fértiles para el contrabando.
Luciano y Capone
Scorsese cree que sus contemporáneos comparten la misma fascinación: «Mantenemos una historia de amor con los gángsters porque son los héroes trágicos. Se trata de figuras adoradas por hacer todo lo que no nos atrevevemos nosotros y al final acaban pagando por sus actos». Serán doce capítulos de una compleja historia sobre la prohibición de venta de alcohol, que «permitió a criminales como Luciano, Capone y Rothstein organizarse para ser tan poderosos que sus organizaciones se mantuvieran hasta bien entrados los años setenta», cuenta el director. En el reparto, nada menos que Steve Buscemi convertido en Nucky Thompson, delincuente que controla la política y el destino de Atlantic City durante años. Desde el rodaje de «Boardwalk Empire», Scorsese explicó que «lo que más me interesa de los gángsters es cómo interactúan con el resto del mundo».
«Siempre deseé rodar una serie de televisión y he tenido que esperar treinta años para hacerlo, desde los años sesenta, cuando las películas empezaron a hacerse para lese medio. Espero que nos brinde la libertad de crear otro mundo u otra forma de expresión donde desarrollar personajes dentro de una narrativa histórica», dice el realizador.
Mafioso en dos familias
El lenguaje, las actitudes, las miradas. De los detalles de «Uno de los nuestros», de los más histriónicos y violentos a los tiempos lentos, se encuentran reflejos en otra de las mejores aproximaciones al mundo de la mafia en Estados Unidos en la ficción moderna. «Los Soprano», la serie de la HBO que durante seis temporadas atrapó a millones de seguidores en el mundo, heredó no sólo el espíritu, sino incluso la carrera de alguno de sus actores. Es el caso de Michael Imperioli (en la imagen), que en la cinta de Scorsese apenas habla pero sufre en dos secuencias las iras brutales e injustificadas del personaje de Pesci. Es el pobre camarero apodado «Araña», que, por no «bailar» ante los disparos al suelo del mafioso, acaba con un pie reventado. Hasta que en otra secuencia termina agujereado del todo. Imperioli fue Chris en «Los Soprano», el sobrino de Tony, un papel poco agradecido y lleno de contradicciones. Nadie dijo que la mafia fuera algo fácil.
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