Bundes Liga
Sin brillantez
Se aguardaba la solución del partido en la segunda mitad y así ocurrió. Los primeros 45 minutos fueron de dominio infructuoso. En Zagreb había que ganar porque, en teoría, es el adversario menos peligroso de la liguilla y, aunque costó, finalmente llegó. Fue producto de una jugada brillante, una de las pocas. En otras ocasiones plausibles el remate fue inadecuado. Di María acertó a colocar la pelota por la escuadra.
La primera gran condición que debe tener un entrenador es saber siempre cuál es su once ideal, y Mourinho tiene claro a quiénes debe alinear. Otra cosa será, de acuerdo con los resultados, si le convence otra opción distinta. Mantuvo en Zagreb el equipo de la Liga y ello tuvo la ventaja de que no necesitó dar instrucciones desde el banquillo, del que por sanción estuvo ausente. El equipo ya había recibido previamente las instrucciones de su míster y tenía clara su función y la expuso desde el primer minuto. Ello le dio mayor posesión, más ataques, más ocasiones y anunció constantemente que el partido iba a ser suyo.
El Dinamo puso gran voluntad y fuerza física, con la que pretendió mantener a raya al Madrid. Leko echó mano de recursos físicos para frenar a los madridistas. El árbitro fue más condescendiente con éste que con Marcelo, quien cometió dos errores estúpidos y dejó al equipo con diez. Di María no tuvo demasiadas oportunidades para ayudar a la jugada de gol y fue finalmente quien la encontró.
El juego fue reiterativo y enrevesado, muy trabado, embarullado de principio a fin. El Real Madrid ejerció dominio abrumador, y sin embargo, Casillas tuvo que hacer la parada de la noche en un contragolpe peligrosísimo a remate de Rukavina. Tres puntos y poco más.
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