Guerras y conflictos
El destino de Siria por George Chaya
La guerra civil siria entró en una fase mucho más violenta desde hace dos semanas, cuando una bomba mató a cuatro altos miembros del círculo íntimo del presidente Bachar al Asad. Ya no hay espacio para contemplaciones, el odio se hizo carne y se extendió por todo el país. Pero es en Aleppo donde se observa con mayor crueldad. La capital económica se ha convertido en un objetivo táctico de los rebeldes en su estrategia, que ya lleva casi 17 meses para acabar con el régimen. Ni el Ejercito de Asad ni el Ejército Libre de Siria (ELS) pueden permitirse perderlo si esperan vencer en el amplio escenario de la guerra.
Alepo aparece como una ciudad devastada, con edificios destruidos por proyectiles de morteros, por artillería pesada y por los cohetes de helicópteros del régimen. Los grupos de combatientes rebeldes se mueven de un barrio a otro resistiendo la contraofensiva del Ejército y librando escaramuzas con los soldados en su retirada táctica hacia otros vecindarios de la ciudad. La población que no ha huido quedó entrampada en el fuego cruzado del combate. Nadie que no esté combatiendo se atreve a salir a las calles para no quedar expuesto al fuego cruzado y las explosiones. La escasez de comida y artículos de necesidad se agrava día a día y el pueblo continúa pagando un muy alto precio por los combates, pero sobre todo, por el fracaso de la comunidad internacional para detenerlos. Más de 210.000 habitantes abandonaron la ciudad, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
El Ejército ha recuperado vecindarios dominados por los rebeldes desde la ultima semana y le ocasionó un gran número de bajas, obligándolos a reagruparse en apresurado repliegue, pero aún sería prematuro declarar a las fuerzas de Asad como vencedoras de la batalla. Y aunque se observan síntomas de descomposición, no hay ninguna señal concreta de un inminente colapso del régimen. Las deserciones de algunos generales e incluso del primer ministro no alcanzaron hasta el momento para quebrar la voluntad de Asad. Las Fuerzas Armadas de Siria siguen siendo fuertes en Alepo y están reforzadas por más de 8.000 paramilitares alauíes («shabihas», fantasmas en lengua árabe) que han sido desplazados en Alepo y que encarnan lo mas brutal del régimen, y aunque los «shabihas» son absolutamente leales a Asad, la inclinación sectaria es manifiesta, ya que se trata de la propia supervivencia de la secta alauí, que no ignora que una derrota de Asad significaría su certificado de defunción a manos de los salafistas suníes locales y extranjeros que combaten para los rebeldes. Muy posiblemente Alepo será el punto de inflexión en la guerra civil siria.
George Chaya
Especialista en Oriente Medio y en el movimiento islamista
✕
Accede a tu cuenta para comentar