España

Utopía por Ramón Sarmiento

La Razón
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En la España actual las palabras vuelan. Hasta circula la de impunidad cual moneda en curso allí donde la responsabilidad y lealtad constitucionales escasean. Y lo que es peor, nadie se atreve a atajar los males en que nos han sumido políticos maniobreros. Cuando se escriba la historia reciente con objetividad y perspectiva, es posible que algunos presidentes sean recordados por maniobrar mal, otros por no entender la maniobra y otros por causar el naufragio con maniobras erróneas como las descritas por el «Diccionario Marítimo Español» (1864).

Así las cosas, la mayoría de españoles se siente tan defraudada que pasará mucho tiempo hasta volver a confiar en un político. La situación a la que hemos llegado es tan agobiante no sólo política y económicamente, sino también laboral, educativa y socialmente que es hora de hechos y no de palabras. Como muy bien escribió Jorge de Esteban en «La quiebra del Estado de las Autonomías, «los españoles ya no confían en nadie o, mejor dicho, desconfían de todo y de todos y, a su vez, nadie fuera de España confía en nosotros». Hace tiempo que debimos haber optado por reorganizar o desmantelar el Estado de las Autonomías, un modelo agotado. Porque, si se quiere evitar la «spanish revolution», hay que practicar la evolución.

Urge, pues, hacer partícipes de la Carta Magna a las nuevas generaciones que durante más de 30 años no hemos sabido incorporar ni logrado representar. Esta España de 17 miniestados en que sobran políticos, televisiones autonómicas y universidades que no figuran en ningún ranking, aeropuertos vacíos, trenes que viajan sin pasajeros y empresas públicas cuya razón de ser es emplear a amigos o familiares es inviable. El buen funcionamiento de las autonomías es una utopía que la RAE define como «plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación».