La Paz
Deseos que sirven como terapia
Diez años de trabajo continuo lleva la Fundación Pequeño Deseo. En todo ese tiempo ha convertido en realidad los sueños de miles de niños hospitalizados de toda España. Este año esperan poder conceder uno cada día del año
Cumplir los deseos de un niño y observar cómo se le iluminan los ojos poco a poco y la sonrisa ocupa todo su cara es una sensación que a cualquier persona le llena de satisfacción. Más si cabe, si el pequeño se encuentra enfermo, recluido en un cama de hospital, donde sus ojos expresan la melancolía de la dramática situación que vive, alejado de su casa, de sus amigos, de su «cole»...
Para poner fin a esta situación, hace diez años surgió una solución a modo de varita mágica, con el mismo espíritu que una asociación de EE UU, denominada «Make a Wish». La Fundación Pequeño Deseo concede a los niños hospitalizados la oportunidad de olvidarse por un día de su enfermedad y ver sus ilusiones hechas realidad, bajo la premisa de que «a veces cumplir el deseo de un niño es su mejor medicina».
Desde que se creó han hecho realidad más de 1.500 deseos y este año esperan poder conceder de media uno por día, como manifiesta su directora Cristina Cuadrado. «A la hora de llevar a cabo nuestro trabajo extremamos al máximo el respeto a la intimidad de los pacientes y sus familias, ya que para ellos es un gran momento de ilusión», apunta Cuadrado.Contar con la ayuda del personal médico se convierte en algo tan necesario como la complicidad de la familia. Purificación García Miguel, jefa del Servicio de Onco-Hematología del Hospital Universitario de La Paz, de Madrid, asegura que «siempre se intenta buscar el mejor momento para poder concer al niño su deseo. Intentamos que coincida con un periodo de descanso de la quimioterapia, de forma previa a una intervención importante». Siempre se busca que sirva como elemento distractor de su situación.
José, de seis años y con leucemia, se subió a un ring y consiguió ser luchador por un día, mientras que María, de cinco años y su hermanas, reinaron en el Palacio Real de Madrid. ¿Cómo? Cristina Pozo, coordinadora de Proyectos, explica que conceder un deseo no es una tarea fácil, pero que al final todo el mundo se implica, «hasta el conserje real nos ayudó a llevar a las niñas por las estancias que normalmente están vetadas al público general y hasta las llamaban princesas». Porque, ¿quién se niega a los deseos de un niño?
Adivinar qué quieren tampoco resulta una tarea sencilla. «Puede llevar incluso un mes o más. Nuestros voluntarios visitan a los niños sin decirles nunca cuál es nuestro propósito, sino que estamos allí para sondearles. Cuando ya nos lo cuentan, entonces ponemos la maquinaria en marcha», explica Pozo. Se intenta implicar a la familia y a aquellas personas que el niño quiera «en su sueño» que aparezcan y en ningún momento se le revela lo que pasa.Cuando desde la fundación lo tienen todo bien atado, se citan con el niño y su familia y le llevan una varita mágica con la que le hacen pronunciar las palabras «quisiera...» y entonces da comienzo el ritual de la ilusión. La única condición que ponen desde la fundación es que el niño y la familia mantengan en secreto todo lo sucedido, «con el fin de no romper el misterio con los demás niños y que no desaparezca la "magia"», subraya Pozo.
Sobre la instituciónA principios del 2000 se constituye el Patronato de la Fundación Pequeño Deseo, formado por Iñaki Orive, por Javier Urra, de Mensajeros de la Paz y por la Asociación Española de Pediatría. Tiene ámbito nacional, con sede en Madrid y delegaciones en Barcelona, Valencia y Navarra y voluntarios en Galicia, Asturias, Sevilla, Málaga y Extremadura. La petición del deseo llega a través del personal de los hospitales, o del entorno del niño.
Los deseos son tan variados como la imaginación de los niños, pero todos se suelen expresar en términos similares: «quisiera ser...», «quisiera tener...», «quisiera ir...», «quisiera conocer...». Se financia gracias a las generosas aportaciones de empresas e instituciones de diferentes sectores, muchas de ellas ligadas al mundo infantil y juvenil, así como de particulares que se identifican con la causa.
Gracias a la colaboración del entorno del niño y de los voluntarios involucrados, la fundación puede conocer y trabajar con más niños que desearían ver su sueño hecho realidad. Su participación es vital para las cuestiones administrativas, captación de recursos, relaciones con los medios y la realización de los deseos.
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