Irlanda
El crimen de Alcàsser prescribe sin Anglés
Penalistas y abogados que llevaron el caso difieren a la hora de fijar la fecha en la que expira. Mañana se cumplen 20 años del crimen: en teoría, el día en que la causa se extingue
Alcàsser (Valencia)- Imaginemos que Antonio Anglés, en paradero desconocido, es localizado en 2015. ¿Podría ser juzgado y condenado por el secuestro, tortura, violación y asesinato de las tres jóvenes de Alcàsser en 1992? Todo indica que la respuesta es negativa. Mañana se cumplen 20 años de un crimen que todavía hoy estremece a nuestro país. Y la prescripción del delito es un punto que divide tanto a penalistas como a los abogados de las víctimas.
¿Qué es lo que dicta la ley? El artículo 131 del Código Penal estipula que los delitos prescriben «a los 20 años, cuando la pena máxima señalada al delito sea de prisión de quince o más años. Mientras, el artículo 132.1 añade que ese tiempo empezaría a correr «desde el día en que se haya cometido la infracción punible». Por ello, teniendo en cuenta que los crímenes se cometieron el 13 de noviembre de 1992, el caso prescribiría mañana.
Pero a partir de ahí, comienzan las dudas. Antonio Piña, juez decano de la Audiencia Provincial de Orense, confirma que, «si nunca han localizado a Anglés, la prescripción comenzaría en el momento en que cometió el crimen». Ahora bien, el artículo 132.2 dicta que «la prescripción se tuvo que interrumpir cuando se dictó una resolución judicial motivada» contra él, como fue el acto de procesamiento. El juez instructor del caso confirmó en abril de 1993 el procesamiento del asesino, declarado en rebeldía tras haberse fugado en enero, poco después de hallarse los cadáveres. Así, el caso prescribiría en abril de 2013.
Nuevas diligencias
Sin embargo, los abogados de las víctimas no son de la misma opinión. José María Garzón, del despacho Garzón Abogados, ejerció la acusación particular en 1997, cuando el tribunal de la Audiencia de Valencia condenó a Miguel Ricart –única persona en el banquillo– a 170 años de cárcel. Y recuerda que, por aquel entonces, «instamos varias diligencias a fin de que no prescribiera el delito».
«El delito no ha prescrito», asegura Luisa Ramón, abogada de la Asociación Clara Campoamor, que se personó como acusación popular. La letrada considera que no ha tenido lugar la prescripción porque «la causa seguía su curso» gracias a la apertura de nuevas diligencias. Fue el caso, apunta, del hallazgo, en enero de 2000, de unos restos en una playa de Irlanda que podían corresponder a Anglés. Se sospechaba que podría haber entrado en el mercante «City of Plymouth» como polizón. «Al ser descubierto, se le encerró en una bodega, se escapó y se lanzó al mar», dice Ramón. Tras cotejarse los restos hallados con los de la familia Anglés, los resultados dieron negativo. «Nunca se certificó si era o no Anglés. Los marineros no se pusieron de acuerdo», añade.
Otras de las hipótesis que se barajaron fue que Anglés pudo huir a Río de Janeiro. De hecho, la Policía interrogó a cirujanos para averiguar si pudo someterse a una operación estética. La orden de prisión con fines de extradición que fue dictada en 1995 fue archivada en 2005 por el Tribunal Supremo de Brasil. Sin embargo, un juzgado de instrucción de Alzira dictó a finales de 2005 una euroorden de busca y captura contra el asesino, por lo que habría que plantearse, desde entonces la fecha de prescripción.
Como explica el penalista José Carlos Velasco, de Fabra Abogados, «ahora depende del juzgado de instrucción si el crimen prescribe o no». Si el fiscal no está de acuerdo, «elevaría el recurso ante la Audiencia Provincial. Y, después, sería el Tribunal Supremo quien tendría la última palabra.
La nueva vida de su familia
¿Qué ha sido de la familia Anglés? Neusa, madre de Antonio, vive con dos de sus siete hijos. «No le falta el dinero», dicen sus conocidos, merced a una buena pensión. Prueba de ello es su casa, un adosado de 190 m2 y tres plantas, alejado de aquel piso sin telefonillo del Camino Real de Catarroja, en el que los Anglés vivían cuando se cometió el crimen y del que huyó Antonio a través del tejado. En su tiempo libre, Neusa reparte comida entre los necesitados y acude a bailar al centro de mayores de Catarroja.
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