Europa

Budapest

Budapest un balcón al Danubio

El río más romántico de Europa divide en dos la capital de Hungría. La antigua Buda se levanta entre colinas y desde el barrio de la Fortaleza fija su mirada en Pest, dinámica y reflejo del esplendor del Imperio austrohúngaro. Ambas conforman una de las ciudades más hermosas del Viejo Continente

El Palacio Real, en lo alto de Buda
El Palacio Real, en lo alto de Budalarazon

A través de ocho puentes permiten que dos ciudades diferentes en estilo e historia se den la mano sobre la arteria fluvial más importante de Europa occidental y central. Buda, Obuda (vieja Buda) y Pest fueron hasta el siglo XIX ciudades diferentes separadas por el Danubio y por eso hoy el visitante puede constatar esa dualidad, un corazón que late a ritmos diferentes a ambas orillas.

 

Buda se levanta entre colinas y desde el barrio de la fortaleza, donde se erige el bello palacio real y el llamado bastión de los pescadores, fija su mirada en Pecs, plana, dinámica y reflejo de todo el esplendor del Imperio Austro Húngaro. Juntas conforman una de las capitales más bellas de Europa.

 

Cuando el telón de acero dividía a la Humanidad, los soviéticos rodaban en sus calles las escenas que tenía París como escenario. Sus calles, sus señoriales edificios, sus cafés donde no pasa el tiempo hacen que se codee con las capitales donde las niñas soñaban con ser princesas.

 

Pero, a diferencia de su hermana Viena, Budapest no es tan perfecta que parece de cartón piedra. Su bello rostro está marcado con algunas cicatrices, hay vestigios del comunismo, bares en una casa ruinosa, esculturas escondidas y, en resumen, mucha vida. Sí, hay música, ópera y teatro clásico, pero también una cultura underground, donde una vieja fábrica de ladrillos puede ser el escenario de un concierto de música étnica. No es sólo fachada y por eso merece al menos cuatro días completos, que no suele ser lo habitual en los viajes organizados que reparten el escaso tiempo entre la capital húngara, la mencionada Viena y Praga, la joya checa.

 

Con más o menos tiempo por delante hay varias vistas que deben pasar por nuestra retina, y seguro que quedarán fijadas en el cerebro. La primera, el símbolo, el edificio que cautiva sobre todos los demás, es el parlamento. De un blanco reluciente en su liviana estructura, recuerda a su homólogo de Londres en su estilo neogótico. Destaca su impresionante cúpula de 96 metros de altura, 96 en referencia al año 896 cuando las siete tribus magiares formaron Hungría. El interior está a la altura de su fachada. La alta cúpula mira desde las alturas a otra estructura gemela que corona la enorme Basílica de San Esteban. Ambas cúpulas gemelas intentan reflejar la separación de poderes.

 

Desde el templo somos libres de pasear en cualquier dirección para ver Pecs, con su señorial avenida Andrassy, salpicada de palacetes que rivalizan en elegancia. En esta arteria principal se encuentra la ópera, a la que el emperador austriaco Francisco José sólo fue una vez. Dicen que había pedido que no fuera más grande que el santuario del bel canto de Viena y así fue, el edificio de la ópera no sería más grande que el de la capital austriaca. Eso sí, cuando comprobó que incluso era más bello que el de la capital imperial sufrió un ataque de ira.

 

La avenida Andrassy desemboca en la plaza de los Héroes. Justo al lado está el parque de Városliget, con un zoo donde los animales viven en un recinto digno de reyes y donde se encuentran los baños termales de Széchenyi. Junto a Gellert es el balneario más conocido. Lejos de el ambiente zen de los modernos spa, los baños con aguas medicinales tienen lugar entre columnas, mosaicos y esculturas. Toda la ciudad está salpicada de este tipo de instalaciones, ya que todo el país en una enorme fuente de agua termal que los húngaros saben disfrutar. De hecho, en tiempos de os romanos, la ciudad recibía el nombre de Aquincum.

 

En esta ciudad milenaria dejaron su huella los romanos, los magiares, los turcos, los austriacos y en tiempos recientes, los rusos. En la plaza de la libertad (Szabadság ter), el último monumento soviético mira cara a cara a la embajada de EE UU. El resto de colosales esculturas de esa época se han confinado en el parque Memento, pero en la plaza de la libertad sigue habiendo una muy cerca de la del revolucionario Imre Nagy, que mira con añoranza al parlamento, el edificio donde ahora se le van los ojos al visitante, una mirada de fascinación.

 

Alrededores

Si se dispone de tiempo es posible acercarse a los pueblos del recodo del Danubio, que están muy cerca de la capital. Szentendre y sus estrechas callejuelas de aires mediterráneos, por su influencia Serbia en el pasado; la enorme Basílica de Esztergom y las ruinas medievales de Visegrad pueden completar la estancia en Budapest. También merece la pena el Palacio de Gödöllö, la residencia de la admirada emperatriz Isabel, «Sissi».

 

La ciudad oculta

La cara más conocida de Budapest da paso a una cultura no tan a la vista, pero nada despreciable. Lo húngaros guardan una especial relación con el arte, especialmente con la música. Hay grandes tributos a Frank Lisz en muchos rincones. Sin embargo, en los lugares más inesperados se mueve una ola cultural joven y fresca, con conciertos, performances y teatro alternativo que han sabido encontrar su sitio en viejos edificios con poco uso hoy en día. Lo mismo ocurre con los llamados «bares ruina», perfectos para tomar algo en un ambiente especial. Ubicados en edificios abandonados –son más o menos legales, no es como una casa ocupa- sorprenden por la decoración a base de muebles viejos y todo tipo de trastos obsoletos casi convertidos en arte contemporáneo. Ir en bicicleta supone en algunos un descuento en las consumiciones y suele haber WiFi gratis. A mediados de agosto, jóvenes de toda Europa acuden a Budapest para asistir al Sziget Festival, que reúne a los mejores grupos del momento en una isla situada en el centro del Danubio frente al barrio de Obuda. No obstante, en cualquier momento del año, la noche de Budapest ofrece muchas alternativas para los que dejan a un lado la opción de regresar al hotel.


 

Datos prácticos:

Alojamiento: Novotel Danube (Ben Rakpart, 33) con vistas al Parlamento. Más barato y muy bien comunicado Royal Park Boutique (Nefelejcs, 6)

Comer: Café New York (Erzsebet, 9); Geribeaud (Plaza Vorosmarty), el otro que se comía muy bien. Muy curioso Marxims (Kisrokus, 23), y la pizzería comunista

Una visita para conocer lo que no siempre se muestra de Budapest: Underguide.com