Artistas
Fran Álvarez: cómo sobrevivir a la sombra de Belén Esteban
Psicólogos y terapeutas de pareja destacan la madurez y templanza del marido de la Esteban. En él ha encontrado esa estabilidad que le hace tocar tierra en el huracán mediático
Hasta hace cinco años este madrileño era una persona anónima. Incluso, para muchos, hasta el mismo 28 de junio de 2008, día en que Fran y Belén, amigos del barrio desde la adolescencia, se dieron el «sí, quiero» en la ermita del Palacio de Negralejo de Madrid ante 450 invitados. Llevaban tres años saliendo. Ella había tenido varias parejas también habituales del cuore: Óscar Lozano, Dani Dj y Jesulín de Ubrique, padre de su única hija, Andreíta. Esta última, una relación que ha sabido rentabilizar hasta la saciedad. Él también tiene un hijo, fruto de un amor que no cuajó, pero es ahora cuando le cuelgan sin piedad supuestas infidelidades.
La Esteban es una máquina televisiva de hacer dinero, tanto que publicistas y sociólogos no quitan ojo al fenómeno que ha generado y sus «fans» esperan ansiosos la salida al mercado, prevista para el mes que viene, del libro titulado «Belén y la fábrica de porcelana», de Miguel Roig, con prólogo del analista Christian Salmon, autor de «Kate Moss Machine».
Príncipe consorte
Pero, ¿cómo lleva Fran haberse convertido en el príncipe consorte de la de San Blas? Un hombre de rutinas, de clase social media y currante, como el resto de los mortales, es ahora el objetivo de los flashes color rosa, aunque sea de refilón. Los mismos que en más de una ocasión se han colado, y lo seguirán haciendo, en el bar Rascacielos para robarle la intimidad que intenta proteger. Por eso gusta a la gente, porque nunca ha pretendido robar protagonismo a su mujer, ni siquiera cuando le han ofrecido cantidades de dinero impronunciables por sacar los trapos sucios de la familia Álvarez al plató.
Varios psicólogos despliegan su opinión sobre la relación entre la mediática Belén y el discreto Fran: «El primer punto fundamental es que ella debe saber hacer un uso adecuado de su popularidad, que, creo, le queda grande, para hacerle la vida más fácil a su marido. Es importante que tenga claro la parcela que va a dedicar a su personaje y a su persona y él debe saber diferenciar esas dos caras, porque ha tenido que aprender a convivir con ello y porque ansía un matrimonio normal», opina Isabel Álvarez.
Con templanza
Fran es un hombre de barrio, camarero de profesión y con los pies en la tierra. «Parece tener mucha templanza y los pilares muy bien puestos», prosigue la psicóloga. Se refiere a los varios amagos de separación que ha sufrido la pareja: «No se ha descolocado en ningún momento y lo tenía bastante fácil. Han conseguido seguir juntos, a pesar de que han hecho de Belén una marioneta y le han hecho sufrir situaciones que la sobrepasaban. A ella le compensa bajarse del trono para luchar por una relación real, así que parece que la partida la está ganando él a favor de los dos. Él ha tenido que hacer grandes esfuerzos, por ejemplo, hablar con ella y advertirle de que en el matrimonio no todo vale». La psicóloga define al camarero como un hombre muy centrado, con carácter y las ideas claras: «Ha tirado de ella sin cambiar de vida y sin pretender ser lo que no es, ya que ella sin él se hubiera desviado. Belén desea glamour y él opta por la naturalidad y ha ganando la batalla, porque ella sabe quién está a la hora de la verdad».
Lo que está claro es que el dinero y la fama no les ha cambiado. Han pasado el verano en Benidorm con la familia después de permitirse un pequeño lujo: un crucero por el Mediterráneo. Días de descanso en los que Fran ha aprovechado para disfrutar de largos baños en el mar con Andreíta, de diez años, con quien mantiene una magnífica relación.
Esta misma semana están en plena mudanza: dejan San Blas para ocupar la casa de la urbanización MiraMadrid, situada en Paracuellos del Jarama. Una vivienda, valorada en casi 600.000 euros, mucho más grande (tiene casi 300 metros cuadrados divididos en tres plantas con tres habitaciones, buhardilla, garaje y jardín) que su piso de siempre, pero sin grandes pretensiones. Sin embargo, según los «paparazzi» que les pisan los talones, el inmueble fue el motivo de una acalorada discusión que produjo otra de sus rupturas, ya que, en un principio Fran no quería trasladarse al chalet por estar situado a 20 kilómetros de Madrid, sobre todo porque ninguno de los dos conduce y el camarero trabaja hasta tarde. Aunque, al parecer, ahora tiene previsto apuntarse a un curso intensivo para sacarse el carnet.
Asimismo, todos los profesionales consultados alaban que Fran siga con su profesión de camarero en el bar Rascacielos: «Es importante que él continúe con su trabajo, porque todos necesitamos sentirnos valorados por lo que somos y por lo que hacemos para no perder la autoestima. Si no poseemos una actividad es más difícil que nos reconozcan» opina Miguel Herrero, del colegio oficial de psicólogos. Su papel, dice, es complicado, «porque de repente para la sociedad, para la Prensa e, incluso, para el entorno, pasas de ser tú, con tu nombre y apellido, a ser ‘‘la pareja de''. En este caso, es el famoso quien debe reconocer el papel de su pareja y ésta exigir unos mínimos a cubrir, entre ellos pasar tiempo juntos».
Seguridad personal
«Estoy orgulloso de mi mujer. Es una tía encantadora que lucha por sus intereses y que está triunfando. A mí no me molesta en absoluto que hable de Jesulín o de lo que ella considere porque, por encima de todo, está el cariño que nos tenemos», afirmó Fran hace unos meses en una de sus pocas intervenciones en un medio de comunicación. Nunca ha querido entrar al trapo en el circo mediático, sólo habla cuando la presión le puede, cuando dicen barbaridades sobre él y le cuelgan supuestas amantes –sin prueba alguna, salvo un día de paseo por Getafe con una tal Pilar–. «No he sido infiel a mi mujer. La quiero mucho. Sé que ella está sufriendo y mi familia también». Declaraciones en las que una vez más el camarero muestra su amor por la colaboradora de «Sálvame». «La relación le satisface, de ahí que no muestre un carácter irascible, como suele ocurrir con algunos consortes», sentencia la psicóloga Cristina Pozo.
Para el profesor Antoni Bolinches, autor de «Peter Pan puede crecer» y «La felicidad personal», entre otros libros, las palabras de Fran son propias de «un hombre muy maduro que acepta el éxito de su mujer y esta actitud positiva hace que él también triunfe. Se siente realizado, porque también disfruta de un éxito, que no se valora en el mundo competitivo, pero que a él le da una seguridad personal que le permite relativizar la fama de su esposa, quien, a la vez le admira, porque reconoce que tiene otro tipo de éxito. Cuanto mayor sea el nivel de seguridad y de realización personal del hombre, mejor sobrellevará su día a día con una fémina popular».
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