Singapur
Guía de leyes absurdas: Alabama prohíbe conducir con los ojos cerrados
¿Le gusta lo prohibido? ¿Disfruta viviendo al borde de la ley? Pues si es así no tiene por qué matar a nadie, ni robar, ni asustar siquiera a los niños del vecino. Dése una vuelta por Italia o Estados Unidos como un tranquilo turista y sabrá lo que es rozar el peligro, el de cárcel o al menos el de una multa por cosas como dar un beso a su pareja en el coche, caminar hacia atrás o pedirle la aspiradora al vecino. Ver para creer.
Antes de emprender un viaje al extranjero, resulta conveniente informarse acerca de las costumbres del país en cuestión. Un trámite sencillo que, sin embargo, puede complicarse cuando en el lugar de destino rigen centenares de leyes y normativas que pueden terminar convirtiéndose en una trampa hasta para el turista más intrépido. Un buen ejemplo de ello lo constituye Italia, en donde recientemente se han aprobado más de 150 normas de seguridad ciudadana que han sorprendido incluso a los vecinos de las propias localidades de origen.
Vigevano es una ciudad cercana a Milán en la que sentarse a descansar a la sombra de un monumento local puede salir muy caro. En concreto, por 320 euros, que es lo que pagó una pareja a comienzos de verano por cometer tal imprudencia. Otro ejemplo de legislación absurda en el interior de Italia, la encontramos en Eraclea, a cuyas playas acostumbran a acudir aquellos veraneantes que huyen de las aglomeraciones de la vecina Venecia. Una advertencia: aquellos padres que deseen disfrutar en la orilla de este pueblo junto a sus pequeños deben ser conscientes de que hacer castillos de arena está prohibido.
En Éboli están más preocupados por la seguridad al volante. La temeraria forma de conducir que se estila en el sur del país ha llevado a las autoridades a prohibir cualquier comportamiento que conlleve una distracción. Por ejemplo, besarse en el interior de un vehículo está castigado con 500 euros, una multa muy superior a la establecida por hablar por el móvil. En Capri, por su parte, inquietan más los trastornos que sobre el descanso de los vecinos pueden originar los más ruidosos. Un objetivo razonable, pero que el ayuntamiento ha querido llevar al extremo: dos veraneantes fueron arrestados por el escándalo que armaban al andar con sus chanclas playeras.
El chicle no se masca
Fuera de Italia, en Singapur, se han tomado muy en serio su particular cruzada contra los chicles. Primero prohibieron tirarlos al suelo, luego venderlos y, finalmente, masticarlos. En Suiza el problema puede surgir al ir al cuarto de baño, ya que en los apartamentos no se puede tirar de la cadena después de las diez de la noche.
Pero sin duda, el paraíso de las normas peculiares es, como para tantas otras cosas, Estados Unidos. En Alabama, por ejemplo, está prohibido conducir con los ojos cerrados. Si una mujer soltera, divorciada o viuda quiere saltar en paracaidas en domingo debe saber que no lo podrá hacer en Florida si es domingo. Un estado en el que si un elefante es atado a un parquímetro, su dueño deberá abonar la tarifa de un turismo.
Más ejemplos: la legislación de Devon impide caminar hacia atrás una vez se ha puesto el sol, en Alaska, los aficionados a la fotografía infringirán la ley si despiertan a un oso tras hacerle una foto (sin embargo está permitida su caza), y en Tennesse no pueden vivir en la misma casa más de ocho mujeres. Y, por ultimo, si un ciudadano de Denver pretende que su vecino le preste la aspiradora, que se olvide. Con la Ley habrá topado.
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