Copago

Copago. Su nombre envenena mis sueños, pero sobre todo los de Tomás Gómez. Como ciudadano no me gusta que los políticos me enreden, me líen, me confundan. En 2007, el entonces candidato socialista a la Comunidad de Madrid, Rafael Simancas, se pasó la campaña repitiendo que Aguirre quería cobrarnos las prestaciones sanitarias, que deberíamos pagar una tarifa cada vez que fuéramos al médico. La bola, porque era una bola, continuó rodando y aumentando de tamaño, hasta que después de las elecciones, el entonces consejero de Sanidad, Juan José Güemes, hizo un reto público: si alguien ha pagado por ir al médico que venga y me lo cuente. Y la bola se estampó contra la realidad y se deshizo. Ahora, lo que empezó como un run-run se está haciendo bola de nieve, en la medida en que Gómez insiste en que hay un programa oculto del PP en el que se contempla el copago sanitario. Los dos buques insignia de la gestión de Aguirre han sido la red de Metro y la Sanidad Pública. Como el asunto del Metro no tienen por donde cogerlo para criticarlo, se ceban con la Sanidad Pública. Da igual que Aguirre diga, explique y se comprometa a que mientras ella sea presidenta no va a haber copago, porque Gómez dice que lo habrá, seguro, y no da validez a la palabras de la presidenta, a la que no le queda otra salida para deshacer la bola de nieve que comprometerse ante notario a que no habrá copago y así quedaría desarmado el adversario.