España

El radicalismo del converso

La Razón
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Cuando era presidente de la Generalitat, Jordi Pujol dejaba sus discursos más nacionalistas al ámbito catalán y en actos de partido. Eran para el consumo interno. Hace un tiempo, un historiador amigo mío le recriminó que había generado expectativas pero que al final no conducían a nada. Era el resultado de una calculada ambigüedad para ocupar la centralidad de la política catalana. Es algo que abandonó hace tiempo ya que se ha convertido en el abanderado de la desafección hacia España. No recuerdo que Mas fuera soberanista e incluso su nacionalismo era más bien superficial. Una especie de barniz que le permitió escalar en el Gobierno catalán y lograr la confianza de la familia Pujol. Era un joven trabajador, aplicado y leal. Por ello fue recompensado con la candidatura. Al final se ha confirmado el síndrome del sucesor. Su relación con Pujol es gélida hasta el extremo de que el conseller Puig es el único guardián de las esencias de un Govern en el que no entró Oriol Pujol. Y para hacer frente a la ofensiva del ex presidente, Mas es cada vez más radical.