Que vienen los Presupuestos

La consejera de Hacienda y Administración Pública presentará el miércoles próximo la envolvente de Presupuestos. Es decir, el trazo grueso de los gastos e ingresos de la comunidad para el próximo año. No me gustaría a mí ser ella. Carmen Martínez Aguayo tiene por delante las cuentas más difíciles de la historia autonómica. Todos los fuegos que le rodean – que son muchos– están crecidos y con viento en contra. Y en mitad de esos fuegos está obligada a armar unos Presupuestos que sirvan definitivamente para embridar la salida de la crisis.
Los problemas a los que se enfrenta son muchos y variados. En primer lugar, la caída abrupta de la recaudación tributaria, que ya en este ejercicio superó el 20 por ciento, con lo que más de 2.000 millones de euros se quedaron en el camino. Y además de recaudar menos, el Gobierno andaluz tendrá que comenzar a devolver el próximo año los 1.500 millones de euros de las entregas a cuenta de 2008. En segundo lugar, el desplome radical de todas las transferencias del Estado: Andalucía contará con casi un 30 por ciento menos de inversiones, el Fondo de Suficiencia baja un 81 por ciento (de más de 8.000 millones a sólo 1.573) y el Fondo de Compensación Interterritorial se hunde otro 37 por ciento, quedándose en sólo 275 millones de euros. Finalmente, las medidas de ajuste aprobadas este año tienen un alcance más que limitado. De hecho, la supresión de las 110 empresas públicas sólo reportará un ahorro de algo más de 30 millones anuales. Los márgenes de endeudamiento también se estrechan para cumplir con los imperativos europeos. En 2010 la Junta recurrió al máximo del déficit pactado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera: el 2,75 por ciento, 4.035 millones de euros. El próximo año el tope se reduce a la mitad.
¿Cómo va a cuadrar la Junta las cuentas? Atentos habrá que estar a nuevas subidas de impuestos –que las habrá– y al necesario adelgazamiento de la maquinaria administrativa. Un tercio de los más de 30.000 millones de euros de Presupuesto se destinan a pagar nóminas –el año pasado volvió a subir esta partida pese a estar encendidos todos los pilotos rojos de la crisis– y el gasto corriente sólo descendió un 0,1 por ciento. O Martínez Aguayo le mete la tijera al despilfarro burocrático o todos estos fuegos la achicharrán. Nos achicharrán a todos, quiero decir.