Asia

Kabul

Sin casa ni escuelas los nómadas también votan

Entre uno y dos millones de afganos, de la etnia cuchi, son ciudadanos de segunda clase. Estas tribus, originariamente nómadas, pero cada vez más establecidas en los centros urbanos, viven marginadas por las autoridades y no tienen derecho a adquirir tierras.

Sin casa ni escuelas los nómadas también votan
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Apostados a la orilla de la carretera principal que conduce al aeropuerto internacional de Kandahar desde el centro de la ciudad, unas 4.000 familias se refugian en cobertizos cubiertos con una lona de plástico bajo el árido desierto.

La peculiaridad es que estos parias tienen once representantes en el Parlamento afgano y como cualquier ciudadano tienen el derecho a ejercer el voto el próximo sábado, pero con la distinción de elegir a un candidato chuchi de los 52 que se presentan en todo Afganistán. Además, tienen sus propios centros electorales y un carnet de votante en el que especifica que son cuchis.

«Las condiciones de vida son terribles; no tienen agua potable ni electricidad y sus hijos –el 95 por ciento– no van a la escuela», declara Mina Pal, candidato cuchi por Kandahar.
«Nuestra tribu, en pleno siglo XXI, no tiene acceso a la sanidad pública, ni derecho a una vivienda, y estamos expuestos a morir asesinados porque la Policía no llega a estos lugares. Además, al ser nómadas, nuestras familias son las principales víctimas de las bombas colocadas en las carreteras por los talibán», dice el político.

El candidato se pavonea de estar muy bien relacionado con las autoridades locales y que, por eso, «cuando sea elegido» propondrá «nuevas leyes para acabar con las injusticias contra los cuchis». Curiosamente, Pal jamás ha visitado a sus hermanos que viven en las extensas llanuras, que se pierden en el horizonte a ambos lados de la carretera principal de Kandahar.

Durante una visita al mayor campamento de cuchis en la ciudad los lugareños reconocieron que nadie vino a visitarlos durante la campaña, y sin embargo deberán votar a Mina Pal. «Un anciano tribal pashtún –los cuchis son también pashtunes– vino esta mañana (ayer) y nos dijo que debemos votar a este candidato», asegura un lugareño.

La corrupción es el deporte nacional de Afganistán, acompañado de las guerras entre narcotraficantes. Precisamente, los cuchis no son bienvenidos en las zonas donde habitan los hazaras, de credo chií y promotores de la violencia étnica en las provincias del centro y noreste del país.

Las peleas entre pandilleros hazaras y cuchis se ha extendido a los suburbios de la capital, donde ha habido disturbios, quema de coches con cócteles molotov, destrozos de establecimientos y por supuesto decenas de heridos, indicó a LA RAZÓN una fuente de seguridad occidental en Kabul.