Ciempozuelos
«Ojalá se pudra bajo tierra y se lo coman las víboras»
MADRID- Su odio surgió por conservar la custodia de su hija. La tenía ella pero se la iban a quitar para dársela a él. Al final, con él muerto y ella en prisión, la menor –que cumplirá en enero once años– se encuentra tutelada por la Comunidad de Madrid. Pero María Dolores Martín Pozo, madre de la criatura, no parece sentirse responsable de nada. Lleva tres años y medio en prisión preventiva acusada de encargar el asesinato de su ex marido, un pedido que se llevó a cabo el 14 de marzo de 2007 en Ciempozuelos, horas después de que una jueza otorgara la custodia de la niña al padre.
Ayer, en la primera sesión del juicio que se celebra estos días en la Audiencia Provincial, la acusada –abogada de profesión– aseguró que tiene sentimientos encontrados sobre el que fuera su marido, Miguel Ángel Salgado Pimentel. «A veces le odio y otras, no». Su muerte, dice, pudo deberse a un «juego de rol», un hobby que el fallecido solía practicar y una de las causas por las que el matrimonio, durante los cinco años que lo fue, discutía. En cualquier caso, nada tiene que ver con ella. María Dolores adujo varias teorías sobre la causa del asesinato. Incluso señaló de forma velada a la que entonces era pareja sentimental del fallecido, ya que fue ésta la única beneficiaria del seguro de vida de la víctima. Pero la frialdad de la acusada quedó patente en varios pinchazos telefónicos que ayer se escucharon en la Sala. Apenas tres meses después de la muerte de su ex pareja dijo a su interloculor lindezas del tipo: «Ojalá que se pudra bajo tierra y que se lo coman las víboras» o «es malo hasta después de muerto».
Ella encargó el asesinato
La Fiscalía sostiene que fue ella quien encargó el asesinato de Miguel Ángel porque se sentía víctima de un complot judicial orquestado por el fallecido. Creía que, como tenía amigos en el Supremo, iban a quitarle la custodia de la niña. Así, en una de las vistas por el asunto de la niña le dijo a su ex marido: «Te tengo que matar, te tengo que ver muerto». María Dolores, según el Ministerio Público, le pidió a un cliente suyo, Eloy Sánchez Barba, que le buscara a alguien para realizar el encargo. Sánchez era empresario de la noche y conocía a sicarios o «cobradores de morosos». Eloy habló con un sicario colombiano, Charles Michael Guarín Cercos, y María Dolores quedó con éste en una cafetería de Gran Vía la Navidade de 2006. Le dio el domicilio de la casa de su ex marido en Ciempozuelos, la dirección de su trabajo en Rivas, la descripción de su vehículo y una foto. Tras un intento fallido, Charles esperó en el garaje del domicilio de Miguel Ángel y le disparó tres veces. Ahora, los tres están imputados.
Para la abogada, el fiscal solicita 41 años de cárcel; para el intermediario 39, y 45 para el sicario.
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